Elisabeth Porrero

Elisabeth Porrero


Gracias, queridos libros

21/04/2021

En un rincón de nuestra ciudad, cerca de la Biblioteca Municipal, podemos leer, al lado de un simpático grafiti el siguiente mensaje: “Para viajar lejos no hay mejor nave que un libro”, de Emily Dickinson.

Esta afirmación se ha hecho más realidad que nunca a lo largo del 2020. Hemos oído, tanto en los medios de comunicación como en nuestros allegados que, durante el confinamiento y también después, hemos leído más.

El libro ha sido uno de esos lugares a donde hemos acudido para evadirnos de la dura realidad porque él estaba, como siempre, dispuesto a enseñarnos otros mundos, a presentarnos a otras personas y a dejarnos vivir otras historias. Sus páginas nos han servido de refugio, de ungüento para sanar nuestras heridas o de paño de lágrimas.

Es ahora, cuando el próximo viernes 23 se celebra el Día del Libro, un buen momento para agradecer a los editores, libreros, bibliotecarios y encargados de Cultura de las diferentes instituciones su labor para que, pese a las dificultades, se haya querido seguir incentivando la lectura. A fin de cuentas, gracias a ellos, los lectores seguimos disfrutando de la compañía de nuestras novelas, ensayos, poemarios…

Se han quedado muchas obras, recién sacadas del horno, sin poder ser presentadas al público de un modo presencial y cercano. Aun así, se ha hecho un gran esfuerzo para publicar lo que se ha podido y, gracias a las redes, hemos sabido de estos deseados nacimientos y hemos podido conocerlos más a fondo.

Pero, sin duda, lo presencial tiene otro encanto. Por eso hay que celebrar que el próximo fin de semana se volverá a llevar a cabo, en Ciudad Real, en el Parque de Gasset, la Feria del Libro. Si hay algo mágico en estos acontecimientos es la firma de ejemplares. El autor o autora, de su puño y letra nos dedica un libro, dejándonos así, en esa obra, todavía, algo más de sí mismo. Nos ofrece algo tan personal e íntimo como es su propia letra, su forma de escribir su nombre y de decirnos algo que en ese momento le inspiramos.

Es una suerte poder recuperar esta tradición, aunque no se pueda abrazar a quien ha escrito esa historia o reflexión que nos ha emocionado y acompañado tanto. Pero, al menos, podemos manifestarle nuestra admiración y preguntarle ciertas cosas.

Las ferias del libro son un lugar de encuentro con las personas que nos hacen soñar a través de sus palabras. Ojalá ningún otro motivo nos las arrebate más años.