Fernando García Cano

Eudaimonía

Fernando García Cano


Conferencias perdidas

05/02/2021

En tiempos en los que la pandemia vuelve a impedirnos tantas actividades sociales como se venían desarrollando o se habían programado para estos meses, bueno será tirar de nostalgia y aferrarse al sillón de la lectura, esperando que amaine el temporal… Precisamente en junio se cumplirán 90 años de una conferencia pronunciada por Zubiri en Berlín, sobre La nueva España, que perdida en el tiempo ha sido rescatada gracias al sagaz instinto investigador de José Luis Caballero Bono, director de la revista Diálogo Filosófico. Hace ya un tiempo que publicó una reconstrucción del contenido de esa conferencia del filósofo vasco, buceando en los rastros de las crónicas periodísticas de la época, tanto en España, como en Alemania, donde él recala cada verano desde hace años.
Quien se acerca a ese texto, Zubiri en la política: la conferencia sobre la nueva España (publicado en la revista Pensamiento, en 2013), contempla admirado cómo emergen las ideas políticas de Zubiri en la década de los treinta del pasado siglo, gracias a una columna periodística de José García Díaz, en El Sol del 21 de junio de 1931, así como -sobre todo- gracias a la extensa crónica no firmada de la conferencia zubiriana aparecida en el periódico socialista Hacia adelante (Vorwärts), el 16 de junio de 1931, es decir, al día siguiente de que fuera pronunciada. Entre medias aparecen las referencias a la breve, pero enjundiosa, crónica del evento en La Vanguardia, del 17 de junio de 1931, que facilita el dato trascendental de que allí estuvo como oyente Américo Castro, embajador de España en Alemania por entonces.
Los datos que entrecruza Caballero Bono en su investigación le permiten aventurar que tal vez en aquella conferencia estuvieron también la hija de Américo Castro, Carmen, así como Eugenio Ímaz, gran amigo de Zubiri. Lo cierto es que con el tiempo el filósofo se acabaría casando con Carmen Castro, a quien Zubiri había conocido precisamente en Berlín unos meses antes, cuando prolongaba su condición de pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios para ampliar su formación filosófica. Sabiendo que el presentador del profesor Zubiri fue Hellmut von Gerlach, la consulta del periódico alemán que él dirigía, Die Welt am Montag, que sólo se editaba los lunes, reporta el anuncio puntual de la conferencia que habría de tener lugar el lunes, día 15 de junio de 1931.
En el contenido de tan peculiar conferencia en la vida de un filósofo de la talla de Zubiri se encuentran los mimbres de lo que se podría calificar como protopolítica zubiriana, en expresión del profesor colombiano Germán Marquínez Argote. Y es que resulta atrevido sostener que tal cosa pudo existir en Zubiri, sabiendo de buena tinta lo poco o nada que le interesó la política. Lo que sí demuestra la investigación de Caballero Bono es que, aun estando lejos de su patria casi ya tres años, el filósofo se documentó concienzudamente para pronunciar su conferencia y conocía datos precisos de la situación política española de finales de la década de los veinte, tales como las pretensiones del general Berenguer o la Ley Azaña, así como la convocatoria de Cortes Constituyentes para la elaboración de una constitución democrática.
En opinión del investigador la conferencia de Zubiri fue decididamente antimonárquica y devotamente republicana, con una suerte de republicanismo que no se resuelve en pura crítica a la institución, sin más, sino que la delata -por aquel entonces- como cómplice de la dispersión a la que llevó el regionalismo separatista, el latifundismo insolidario o el sindicalismo degenerado en auténtico terrorismo, entre otros factores. Preguntándose por el origen más convincente de por qué Zubiri tuvo que pronunciar una conferencia de semejante tenor en Alemania, Caballero Bono cree estar moralmente convencido de que se debe a que se lo pidió el mismísimo Américo Castro, quien a su vez recibió la petición de que se organizara el evento a instancias de la Liga Alemana para los Derechos Humanos.
Buceando en la historia de los acontecimientos y de las ideas se comprueba cómo el pasado histórico no es un museo de recuerdos para nostálgicos, sino una escuela de futuro para quienes se atreven a pensar el presente y proyectar el futuro, contando con las posibilidades heredadas de la tradición.