Editorial

Casado gana el pulso y espanta sus miedos frente a Vox

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El voto negativo del Partido Popular en la moción de censura de Vox al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, parece abrir un nuevo tiempo político que puede marcar el antes y el después para los conservadores en España. Decantarse por el rechazo a Santiago Abascal abre de nuevo la vía de la moderación a los populares, que deberían seguir explorando sin mirar atrás -salvo para no olvidar los errores- y sin detenerse en hacer cuentas de si como consecuencia de esta decisión pueden ponerse en riesgo los gobiernos de comunidades como Madrid o Andalucía, donde el concurso de Vox es imprescindible. 

La moción de censura de Vox se había convertido en un problema importante para Casado, porque Abascal ha tratado de trabajar sobre ella dándole forma de plebiscito entre el electorado que en la derecha clama contra el Gobierno de Sánchez. Hasta ayer, al líder y portavoz de Vox en el Congreso le había salido bien la estrategia de confrontar sin complejos frente al PP. El miedo de los populares a perder electorado por el centro o por la derecha en función de si se distanciaba o se acercaba a Abascal parece que se disipó ayer y Casado dio con la fórmula que le va a permitir disputar el voto en ambos caladeros. O, al menos, intentarlo. La contundencia con la que ayer rompió desde la tribuna con un pasado temeroso de perder al votante de Vox deja clara la línea de estrategia: apuesta por recuperar el apoyo moderado de manera directa mediante el discurso propio de Génova y por ponerse en compás de espera a que el tiempo haga que el grueso de electores que se fueron a la formación verde regrese paulatinamente. Es muy posible que la pista se la diera el miércoles el propio Abascal a Casado sin pretenderlo y que el líder del PP se decantase claramente por el voto negativo tras escuchar el discurso de su rival. Con el tono utilizado por el candidato a la Presidencia del Gobierno, en forma y fondo, el líder del PP debió ver la luz al final del túnel y convencerse de que parte de su antiguo electorado fugado a Vox es recuperable. Si no por aciertos propios, quizá sí por errores del rival. 

La moción de censura puede se ha convertido en un arma de doble filo para el grupo de Santiago Abascal. Este debate podía reforzarle en la búsqueda de mayor peso político futuro, pero también tenía el riesgo de debilitarle si se pasaba de frenada. Si la coalición de Gobierno logra respaldo suficiente para aprobar los presupuestos generales de 2021, quedará suficiente Legislatura por delante como para comprobar si PP y Vox se distancian más y de qué manera eso tiene reflejo en la opinión pública. Vox tiene incluso el tiempo necesario para enmendar el error de un discurso con el que muchos conservadores comulgan, pero no tanto ni los suficientes como para convertirle en una alternativa real de Gobierno. Casado, en grandes apuros desde el comienzo de su mandato, aprovechó ayer de manera inteligente la oportunidad y lo hizo con una contundencia que hace muy difícil, por no decir imposible, una vuelta atrás. La pelea por el voto en la derecha no ha acabado, pero sí ha quedado más limpio el terreno de juego.