Dan Lyons tenía algo más de cincuenta años cuando se quedó sin trabajo. Ocurrió en 2013. La revista donde había pasado los últimos años de su vida profesional, la famosísima Newsweek, lo dejó en la calle sin indemnización, algo bastante frecuente en Estados Unidos. Lyons había tenido hasta entonces una carrera de éxito, pero el hundimiento de la prensa tradicional en el último tercio de su vida profesional lo dejó fuera del mercado de la noche a la mañana.
Tras intentar reengancharse en el periodismo en proyectos fallidos, Lyons saltó al mundo de las startup tecnológicas. A lo que suele conocerse como el mundo de Silicon Valley, aunque en su caso no fuese en la costa oeste. Lo que pasó a continuación está plasmado a uno de los libros más importantes y divertidos que he leído en los últimos años. Se llama 'Disrupted' y acaba de ser traducido al español.
Describe el infierno en la tierra para una persona acostumbrada  a trabajar codo con codo con premios Pulitzer y a ser premiado por su inteligencia, su escepticismo y su perspicacia. De pronto se ve sentado en una bola hinchable y rodeado de jóvenes recién graduados, personas contentas de trabajar incontables horas a cambio de sueldos magrísimos y cargos ridículamente pomposos en una oficina donde se celebran fiestas de disfraces y hay una pared entera llena de surtidores gratuitos de chocolatinas. Ninguno de sus jefes tiene más de treinta años.
Más allá de las anécdotas, Lyons hace una radiografía sobre los cambios en el mundo corporativo americano que deja los pelos de punta. Empresas que ni siquiera tienen entre sus objetivos ganar dinero, sino levantar rondas de financiación jugando con las expectativas de inversores que más que empresas solventes buscan sueños y relatos algodonados. Gurús enloquecidos repitiendo mantras infantiles y manadas de jovencitos seducidos a malgastar los mejores años de su vida por cuatro duros… para acabar siendo despedidos.