Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


Después de las lluvias de otoño

05/11/2021

Estas últimas lluvias, pertinaces, empeñadas en empapar las tierras, como si sintieran la necesidad que esta comenzaba a tener de su presencia, han abierto, al retirarse, la ventana de un otoño luminoso por nuestras alcarrias.
Por sus valles y por sus llanos en alto, que es lo que la palabra significa, la explosión de los colores en los bosques, los sotos y los labrantíos era Sorolla en una chopera, Pissarro en una barbechera y Velázquez en un cielo con una volandera y postrera nube.
Limpia la atmósfera por días y noches de viento y aguacero, el sol alumbró el espacio y le hizo brotar todos los tonos, los matices y las transparencias desde el más minúsculo rincón hasta el más amplio de los horizontes.
Y sobre todo ello, colgando, la sensación que aún mas lo embellece: el temblor de lo efímero. Porque esa tarde, esa luz, esos instantes con todavía un hálito cálido tenían la hermosura de lo que solo va a ser posible contemplarlo en ese momento, porque casi se percibe que, al dejar de hacerlo, ya cuando entre la primera veladura del crepúsculo, ya no solo se disolverán en la sombra, sino que ya no serán los mismo en la amanecida ni en la atardecida próxima.
Porque esa ventana abierta por las lluvias al otoño lo que abre, a su vez, es la puerta ya es a la desnudez y al frío del invierno.
No hay en ello melancolía y mucho menos tristeza. Es solo anotar un instante glorioso y disfrutarlo sabiendo, o quizás más por ello, que la esencia de la belleza y el goce es su ser pasajero.
Eso hice, atravesando las alcarrias desde la baja hasta la alta. Eso les invito a hacer a ustedes. A capturar para su memoria, para su personal emoción y caricia, ese sitio, en ese instante, con esa luz y aquel aire.
Cada cual tiene el suyo, cada cual lo busca donde lo hace volver el recuerdo de haberlo alguna otra vez encontrado. Aunque nunca sea el mismo o, aunque sean varios y de diferentes lugares, pues no son ni excluyentes y en ocasiones nos sorprendan donde menos los esperamos. Reconozco que tengo pasión en este sentido por lo humilde, por lo recogido, aunque me quede en ocasiones impactado y sobrecogido por lo grandioso.
La Alcarria es humilde. Una humildad que puede resultar más hermosa y vibrante que un gigantesco y soberbio escenario. O le puede a uno parecer y hacer sentir así por la sencilla cuestión de ser un hijo de esa tierra, de pertenecer a ella. Y eso cuenta mucho, claro.
PD. El corto viaje tenía un triste motivo, el entierro de alguien a quien quise y a quien dimos tierra en Bujalaro, donde nació hacia ya 97 años. Milagros, mi tía, la hermana de mi madre y de mi abuelo. Una Gómez, como yo, aunque haya puesto al río en mi firma. La despidió uno de los días más hermosos que he me ha sido concedido el poder disfrutar en la Alcarria Alta de mi Guadalajara. Gracias, tía.

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