Juan José Laborda

RUMBOS EN LA CARTA

Juan José Laborda

Historiador y periodista. Expresidente del Senado


Dos antiguas buenas noticias marítimas (1ª)

13/12/2020

Dos noticias del pasado referentes al mar Cantábrico y al Atlántico me han puesto de buen humor esta semana (y también porque hemos celebrado el 42 aniversario de la Constitución). 
La primera, a la me voy a referir hoy, el libro de Luis Gorrochategui (La Coruña, 1960): Contra Armada. La mayor victoria de España sobre Inglaterra, Editorial Crítica, 2020, en el que este historiador relata la tremenda derrota de sir Francis Drake(1540-1596), cuando este almirante y corsario inglés intentó destruir La Coruña, en mayo de 1588, un año después del fracaso de la llamada Armada Invencible.
Luis Gorrochategui ha conseguido con sus investigaciones, y con su calidad literaria, que hasta la BBC haya tenido que rectificar uno de los tópicos del nacionalismo británico, a saber, que la reina Isabel I y Francis Drake humillaron a Felipe II en el mar. Ese hecho sucedió entre julio de 1588 -fracaso de la Gran Armada española (que los ingleses la denominaron Invencible, como burla)-, y julio de 1589, cuando Francis Drake y su Contra Armada (180 buques y 27.667 soldados y tripulantes) fueron vencidos en La Coruña y Lisboa, y cuando fracasó la prevista invasión, y la entronización de un rey en Portugal (entonces su rey era Felipe II), lo que costó la vida a 20.000 ingleses, miembros de esa nefasta misión naval. 
Aunque Felipe II no pudo invadir la Inglaterra de Isabel I con su Armada, el combate naval quedó en tablas, y la flota hispánica perdió sólo tres de los veinte galeones que disponía, y los demás buques perdidos fueron de tipo mediterráneo, que no soportaron las duras mares cantábricas y atlánticas. 
La flota hispánica se retiró, y la mayor parte de sus buques arribaron a Santander para repararse. Los consejeros de la reina inglesa creyeron que era el momento de asestar un golpe definitivo a la flota de Felipe II, y encargaron a Francis Bacon que asaltara Santander y destruyese los barcos que allí estaban en reparación. 
Al parecer Francis Drake, como buen corsario, pero mal almirante, no hizo caso del plan, y se dispuso a atacar y saquear La Coruña. Ese fue su error, y el principio de su catastrófica singladura. La población de La Coruña rechazó a los invasores ingleses -con la heroína María Pita como ejemplo-, con la ayuda de los universitarios de Santiago de Compostela, y cuando después de arrasar Vigo, la Contra Armada inglesa intentó asaltar Lisboa, fracasó en medio de un desastre mayúsculo; seguramente el mayor desastre naval de la historia inglesa. 
Luis Gorrochategui resalta el distinto comportamiento de españoles y de ingleses sobre sus respectivos fracasos al invadir desde el mar el territorio del otro. Mientras los ingleses subrayaron hasta la hipérbole el fiasco de la Armada Invencible, y ocultaron totalmente el desastre de su Contra Armada, los españoles reaccionaron con su tradicional pesimismo ante el extranjero, incluso ante el extranjero cuando es enemigo, como fue el caso, asumiendo además el burlesco término de Invencible aplicado a la flota española. 
El tradicional pesimismo hispánico -pues creo que se da también en la América española- siempre me planteó una pregunta sobre sus causas; y mi respuesta es la siguiente: la Iglesia hispánica (en América la Iglesia hispánica nunca tuvo relación con Roma hasta las Independencias), controló de manera excepcional las publicaciones, y cualquier medio de influencia sobre la opinión pública; la realidad de la Inquisición puede ser la prueba de cómo las autoridades eclesiásticas impidieron la aparición aquí de una opinión pública plural y más libre que en otros países europeos. 
La Monarquía mantuvo con la Iglesia un freno a las influencias de la nobleza, y en cierta medida con apoyo de la mayoría de los súbditos y feligreses. La Iglesia tendía a defender la Justicia, mientras la Libertad, la libertad de prensa y de imprenta, no formaban parte en absoluto de sus preocupaciones. De manera que España nunca tuvo capacidad de responder con libertad de información y de opinión a las campañas dirigidas a la opinión pública europea, como las que hicieron ingleses, franceses, holandeses, etcétera, contra ella; algo que también sucedería con la Armada Invencible.
Así se explica que las campañas tipo Leyenda Negra no fueran contrarrestadas dentro y fuera del Reino. La nobleza, y la burguesía, que en otros países europeos impulsaron la libertad de información, en España no fue posible porque la Iglesia tenía más poder dentro de la Monarquía que la nobleza y la burguesía juntas. En España no fue posible un barón de Montesquieu, como paradigma de la nobleza partidaria de la libertad y del control del poder. 
La Iglesia hispánica fue una iglesia firmemente adherida al poder, y la Inquisición y la capacidad de los reyes españoles para nombrar obispos y abades a un lado y otro del Atlántico, aunque frenaron a la nobleza y al capitalismo en sus apetencias, sin embargo, perjudicaron el desarrollo de las libertades modernas. Sin libertad de imprenta no era posible ganar a los ingleses, aunque echáramos a pique sus buques.