Elisabeth Porrero

Elisabeth Porrero


Los fantasmas ante el éxito ajeno

14/07/2021

Te vi superior a mí y no supe cómo aceptarlo». Esta es una de las frases que dirige Marc a su expareja Léa en la película francesa Envidia sana, dirigida por Daniel Cohen. 
En este film se trata el cambio que puedan llegar a sufrir las relaciones de amistad y amor entre alguien que consigue un éxito inesperado y sus seres queridos, dando igual que ese alguien obre de una forma diferente o no al llegar a la cúspide de la fama.
Me decía mi querido Aldo hace poco que, en un momento determinado de nuestra vida, es normal que nos preguntemos si hemos cumplido los sueños que teníamos o las metas que, desde siempre, queríamos alcanzar. Como, en muchas ocasiones, la respuesta suele ser negativa, hay que estar preparados para escucharla y asumirla de la mejor manera posible. 
Entonces habría que aceptar que tenemos lo que tenemos y pensar en positivo pues, habiendo salud, es muy probable que haya margen de mejora y que podamos seguir consiguiendo objetivos soñados, por lo menos algunos más.
El error es vernos reflejados en el espejo de los otros y medirnos con ellos. Pero es mucho más fácil criticar a los demás, cegados por la envidia, que tomar conciencia de cuáles son nuestros límites. Y habría que entender que estos límites nuestros pueden ser dones para la persona que tenemos al lado.
Ahora se habla mucho de autoestima y está claro que hay que trabajarla para que no nos pisoteen y para que nuestra vida sea más feliz. Con lo que hay que tener cuidado es con el ego puesto que tenerlo por las nubes puede traernos mucho sufrimiento y hacer que perdamos a gente valiosa de nuestro alrededor.
La sociedad de hoy en día es muy competitiva. Por eso se corre el riesgo, sobre todo entre los más jóvenes, de querer medirse con determinados ‘modelos’ y comparar con ellos nuestro cuerpo, los seguidores de redes sociales, el número de amigos en Facebook, los likes, los ligues…
Siempre se ha hablado de envidia sana, aunque hay quien opina que la envidia nunca lo es. Pero está claro que es bueno tener como referentes a personas que con su valía y esfuerzo consiguen metas importantes. 
Lo que no se debe hacer es darle la vuelta a la tortilla y minusvalorarnos nosotros al verlas a ellas o si están cerca pensar, sin razón, que son las culpables de que nosotros no tengamos tanto éxito.
Esta película es un buen estudio de la condición humana en estos casos. Es curioso cómo, cuando alguien cercano y sencillo alcanza una buena dosis de éxito, pueden aparecer en sus familiares o amigos, además de admiración o envidia, fantasmas alrededor que hacen ver y oír palabras y actitudes que esa persona que se ha encumbrado ni siquiera ha pensado.
Un buen film para reflexionar sobre si nos hemos sentido así alguna vez o para evitar que nos pase ante el triunfo de alguien querido.