Miguel Ángel Jiménez

Comentario Dominical

Miguel Ángel Jiménez


Una mirada profunda y radical

17/03/2023

En un mundo como el nuestro, en el que vivimos con tantas prisas, con tanto siempre que hacer, con denuedo, sin descanso, hablar de fe puede parecer pueril, realidades ancladas en el pasado o extemporáneas. Sin embargo, nunca como hoy estamos necesitados de una palabra de esperanza, que siempre encuentra su ancla, su respuesta y su sentido último en la fe.
La fe no solo es un don, que lo es, sin duda, es también tarea y conquista. Cree quien quiere creer, pero no por voluntarismo, o por ceguera persistente, sino por la voluntad de querer trascender un mundo puramente lastrado en lo material o en lo ideológico. La fe nos eleva, abre los horizontes de nuestra vida, nos ayuda a darle oxígeno a lo que somos y lo que hacemos. La fe es buscar el sentido último de la existencia, y es en ella, en la fe, donde únicamente encontramos una respuesta vital radical y definitiva. Última. 
Hay un himno que se reza en la Liturgia de las Horas y que, incluso desde una nostalgia atávica, nos proyecta a un futuro definitivo y eterno: «Porque, Señor, yo te he visto / y quiero volverte a ver, / quiero creer. / Te vi, sí, cuando era niño / y en agua me bauticé, / y, limpio de culpa vieja, / sin velos te pude ver. / Devuélveme aquellas puras / transparencias de aire fiel, / devuélveme aquellas niñas / de aquellos ojos de ayer. / Están mis ojos cansados / de tanto ver luz sin ver; / por la oscuridad del mundo, / voy como un ciego que ve. / Tú que diste vista al ciego / y a Nicodemo también, / filtra en mis secas pupilas / dos gotas frescas de fe».