Hace unos días, la mortífera pandemia que padecemos nos arrebató de manera brutal y sin tregua, al compañero Jaime, a la edad de 40 años. Su marcha nos ha traído dolor y pena, que amortiguaremos con su recuerdo entre nosotros. Cuando traspasaba el umbral del hospital atrapado por el maldito coronavirus, se dirigió a los sanitarios con estas palabras: «Hagan ustedes todo lo posible para sanarme porque quiero seguir cantando en las próximas semanas de la Zarzuela de La Solana». Palabras de esperanza que nos hizo llegar Pilar desde el núcleo familiar, demostrando de manera cabal y ajustada el compromiso que había adquirido junto a su compañera María Jesús, que fue la brújula artística para deleite y gozo por el camino de la Lírica. En poco tiempo se había granjeado la amistad de los componentes de la Asociación Cultural Amigos de la Zarzuela. Tus cualidades humanas prodigadas con sencillez y naturalidad fueron eficaces aliados para anudar lazos afectivos de convivencia con tus nuevos compañeros. Los que más resistían el final de las comidas de hermandad con motivo de las fiestas navideñas, sacaban a relucir los cánticos de romanzas de las más populares zarzuelas, y allí salía tu voz poderosa y redonda que guardabas y sacabas ante familiares y amigos, con la suficiente sonoridad y timbre para presentarla en público. Poco a poco ibas descubriendo tus bondades humanas y tus cualidades que atesorabas para el canto. En poco tiempo demostrarías que lo natural es lo que trasciende, cuando dejan poso y sustancia, capaz de llenar la vida de cosas que animan las reuniones y nos colman de satisfacciones por la vía artística. Por ello, la catedrática de Canto María Dolores Travesedo que imparte lecciones magistrales en la ACAZ, me hablaba con voz sentida del quebranto sobrevenido: «María Jesús y Jaime formaban una pareja que irradiaba felicidad. Él estaba muy integrado en la asociación, un chico estupendo con ganas de aprender y con una voz que era un diamante a pulir. Había interpretado papeles secundarios, pero tenía condiciones para desarrollar otros de más entidad». En la misma línea se expresaba Marieli Blanco, pianista y profesora responsable del Coro, con voz cortada, remarcaba «la grandeza y la ilusión que mostraba Jaime, que se ganó todo el respeto y la consideración del grupo. Había entrado con enorme entusiasmo en el grupo. Ahí queda para la historia la interpretación que realizó de la jota de El Trust de los Tenorios». Contando, además, con la notable aportación de María Ángeles, Julián y José, que arropados de las voces profesionales de Milagros Martín y Ricardo Muñiz protagonizaron unas audiciones cargadas de emociones en El dúo de la africana. Desde la tierra de los cantaores flamencos, de la cuna de Camarón de la Isla, de San Fernando, llegó nuestro amigo Jaime. Su memoria siempre nos acompañará. Para la familia López- Cano vaya nuestro más sentido pésame, junto con la condolencia y apoyo para nuestra compañera, María Jesús, condolencias que hacemos extensivas a la madre de Jaime, Moni y a su hermana Anabel. Descanse en paz.