Antonio García-Cervigón

Buenos Días

Antonio García-Cervigón


Confundidos y con grandes problemas

09/02/2021

El certero diagnóstico de Ortega y Gasset, «lo más grave de lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa» corre y corroe los factores más diversos de nuestra convivencia, favorecidos por la prisa dominante que nos lleva a ninguna parte. 
Es la visión fragmentada en tiempo de globalización dejándonos desprotegidos de los valores que hace tiempo dejamos escapar por las ventanas de las aulas, para ventilarlas de una progresía falsa que nos ha conducido a nuestra falta de interés por conocer la realidad que nos circunda. 
Por eso, estamos confundidos y sorprendidos de la Generalidad de Cataluña, cuando las ideas, las personas y los sentimientos andan sin orden ni concierto: y se abren de par en par las cárceles a los presos sediciosos para que hagan campaña en las elecciones del próximo domingo. 
Estamos abochornados y desconcertados tras la llegada de la baraúnda, con el ruido y confusión provocados por el movimiento sin rumbo de las masas que siembran el caos: cuando se arrojan piedras, tornillos y objetos a los representantes de un partido como Vox que ha acudido a Cataluña para participar en la campaña electoral. Las protestas provienen siempre de los sectores juveniles independentistas y secesionistas con acciones degradantes y humillantes. 
En otro orden de cosas, estamos perplejos y turbados porque la hostelería de nuestro país se desangra y pierde más del 20% de su empleo en un año. Somos el único país europeo sin ayudas directas, mientras se suceden las manifestaciones y se avisa de una avalancha de quiebras por una situación insostenible. En todas las ciudades y villas de nuestro territorio se solicita la apertura de los hoteles, restaurantes, bares y cafeterías, porque más que lugares de ocio son espacios de servicios públicos que ayudan a vertebrar la convivencia a través del ocio y recreo. 
Se conjuran y se conspira cuando en los discursos políticos se trama en boca de los presos que han salido de la cárcel, condenados por el delito de secesión, «lo volveremos a hacer» y aspiran a un indulto general por el «conflicto político», según ellos. Estos delincuentes ya juzgados mantienen la llama de su deslealtad viviendo del cuento, mientras la deuda acumulada en Cataluña, miles de millones de euros, es calificada por las agencias del ramo de «bono basura». Confundidos estamos de la pandemia que marca niveles preocupantes, y el próximo domingo en medio de la incertidumbre y la angustia por el COVID -19 se celebrarán las elecciones catalanas. Los protagonistas directos en la constitución de las mesas electorales y para los votantes que acudan a cumplir con su deber ciudadanos, hay puestas en marcha numerosas y complejas medidas sanitarias. Hasta los contagiados de pandemia podrán ejercer su derecho al voto. La sombra de la abstención crece por días, a lo que se suma que el Gobierno catalán aplazará el resultado del 14-F. Si no pueden abrir muchos colegios electorales, la ley contempla un plazo de 48 horas para solucionar la negativa incidencia. Y en esas estamos.