Ángel Villarino

RATAS DE DOS PATAS

Ángel Villarino


Obsequios de Navidad

17/12/2022

Por estas fechas empiezan a llegar los regalos de Navidad a las empresas. En muchos sectores, compañías e instituciones envían obsequios para engrasar las relaciones con socios, clientes, periodistas, abogados, reguladores, autoridades competentes...  La mayor parte son para los jefazos. Aquellas organizaciones financiadas con dinero público suelen limitarse ya a un detallito: una taza corporativa, un delantal con una bandera, un sencillo juego de bolígrafos, un pin… Hay excepciones, como la algunos países autoritarios, por ejemplo las embajadas de las naciones árabes. Mientras, la mayoría de las cotizadas siguen regando a su red de contactos con vino, embutidos caros y botellas del mejor aceite. Lejos quedan los años dorados de la abundancia, cuando no era extraño enviar regalos con un precio de venta superior al salario de quienes lo recibían.

Hay países en los que todo esto está ya olvidado y muy mal visto. Y no solo en centros de poder, sino en todos los estratos profesionales en los que reputación e independencia son parte del juego. En uno de los periódicos para los que trabajé hace años, por ejemplo, no permitían que los periodistas recibiésemos ningún tipo obsequio. En otras latitudes sucede exactamente al revés: en muchos países asiáticos y africanos, la fortaleza de una relación se mide por el valor de los regalos. Pero en general la balanza se está inclinando hacia el otro lado y es posible que los obsequios corporativos tengan los días contados. No por ahorrar, sino porque la frontera entre la corrupción y el decoro no para de moverse. Y parte del choque generacional que vivimos en las cenas de Navidad tiene que ver con la rapidez con la que están cambiando normas sociales tan asentadas como lo son estos obsequios.