José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Javier Marías: sobre la dificultad de contar

14/09/2022

Ese fue el discurso de ingreso de Javier Marías Franco, a la Real Academia de la Lengua –sillón R– producido en 27 de abril de 2008 y que da cuenta, a la perfección, de su especial contextura humana y narrativa, y que refleja su proyecto literario. Da cuenta de sus aficiones y aflicciones, de sus filias y de sus fobias. Dicho eso en la sorprendente coyuntura de su muerte inesperada y temprana el 11 de septiembre. Que ahora, los ritos fúnebres, las situaciones obligadas, el respeto debido al caído, el parpadeo de las redes y los reconocimientos de rigor tratan de desvirtuar y descubrirnos a un Javier Marías desconocido hasta para él mismo.

Podremos decir que en estos días se ha oído hablar del escritor madrileño casi tanto como en el resto de su vida, televisión incluida, de la que tanto abominaba. Incluso, por aquellos que lo han leído poco y mal, y que ahora lo incorporan sacrosantamente a las listas de sus preferidos, en un ejercicio de hipocresía histórico-literaria. Por eso, la dificultad de contar el pasado, e inventarlo.

Hay que decir –lo afirma Eduardo Mendoza– que Marías ha sido un escritor minoritario, a pesar de la fidelidad de sus lectores y en la estela del magisterio sostenido por Juan Benet. A los que el ínclito Umbral zahería en su suerte de Diccionario de Literatura. España 1941-1959. De la posguerra a la posmodernidad con el calificativo torpedero de escritores angloaburridos. Y que su posición pública en sus artículos de prensa, desde 1995 –por poner la fecha de su primera polémica con Muñoz Molina, a propósito del último cine: Tarantino y Almodóvar– no ha dejado de ser políticamente incorrecta, zarandeando a tirios y troyanos, a conservadores y a progresistas. Incluso, la afrenta de 2012 renunciando al Premio Nacional de Literatura y a todos los demás posibles otorgados en España, al entender que un escritor no debe recibir recompensas del Estado. También su disertación en el ingreso académico: «No sé cuál es el criterio que los lleva a ustedes a admitir en el seno de su digna institución a algunos novelistas. En realidad, se me hace difícil entender que admitan a cualquier novelista, es decir, a novelista alguno, ya que, si la contemplamos desde un punto de vista adulto y mínimamente serio, nuestra labor es bastante pueril».

P.D. Cuando este texto se publique, el día 14, hará ya un año de la desaparición de Antonio Martínez Sarrión. Ahora hermanados en el calendario, como ayer lo estuvieron ambos con Juan Benet.

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