Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


Y se armó el 4 de mayo

11/03/2021

Un señor de Murcia fue de viaje y Ninette lo dejó plantado. O, dicho de otra forma menos lírica, se alzó el cantón de Cartagena y se armó el 4 de mayo. Las cosas en este país siempre pasan por Murcia o Cartagena, desde los Reyes que se van hasta los submarinos que se hunden. En 1873 se proclamó la Primera República, que es hacia donde vamos, y dio pie a que el desgobierno y el carajal ibérico confluyeran en unos pueblos contra otros, declarando la guerra Murcia contra Cartagena y Alcoy contra Alzira. Todo aquel embarazo, pues duró nueve meses, terminó con cuatro presidentes y Estanislao Figueras gritando en la frontera de Francia: «¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros!». Pavía se apostó a las puertas del Congreso con un caballo y dejó que todos los parlamentarios salieran uno a uno la noche del 2 de enero de 1874. El país acabó exasperado, exhausto, con el general Serrano de regente, dando tiempo y tregua para que un año después Martínez Campos trajera a Alfonso XII y los Borbones se ciscasen en los tres jamases de Prim solo seis años antes. Los procesos revolucionarios es lo que tienen. Trituran personajes y política a velocidad del rayo.
Page dijo ayer más o menos lo que mi abuela susurraba entre dientes: «Javierito, qué nos quedará por ver». Después de treinta años en política, lo único que acertaba a decir es que todos los días se aprende y habría que esperar al parte del 112. Lo de esta región es un oasis. Por la mañana, los murcianos se pusieron a regar la huerta y a mediodía Ayuso montaba el 4 de mayo. Se ha creído de veras la Agustina de Aragón moderna y ha puesto los cañones mirando a Moncloa.  Le ha dicho a los madrileños que deben elegir entre socialismo o libertad. Con dos ovarios. Y ahora saldrá en los telediarios de Europa que el único sitio del mundo que no cierra por las noches va a elecciones como quien sale a por tabaco.
Cuando estuvo en Toledo no tenía en la cabeza la convocatoria de elecciones. Ha sido el comportamiento de Arrimadas la que le ha hecho cambiar de opinión. Entiendo que contaría con el beneplácito de Casado; bueno, eso si le preguntó. Pero en cualquier caso, se lanza con tirabuzones desde lo alto de la Puerta del Sol y ya veremos dónde cae. Errejón y Gabilondo estaban de amanuenses en la Asamblea redactando una moción de censura como quien escribe la letra pequeña del contrato hipotecario. Se jiñan ante las elecciones y quieren evitarlas.
Ciudadanos va derecho a la desaparición y Arrimadas se queda sin argumentos. Lo peor de todo es que cada uno va a lo suyo, cuando el ciudadano creía que alguien lo protegía. Es mentira; buscan la tostada, la rebanada, asar la manteca y decir que la culpa la tiene el otro. La fatiga es pandémica y partidaria. Van a tirar la democracia por el mismo precipicio que ya han arrojado al Rey Viejo. No cuidan las formas, no miran por los demás, trabajan solo para ellos. Hoy es 11 de marzo, jueves, igual que hace diecisiete años y Madrid es un tumulto de unos contra otros. Pedro ríe viendo cómo se sustancia la guerra civil en la derecha mientras él gobierna quién sabe cuándo. El lío jurídico está asegurado y el papel lo aguanta todo, argumentos a favor y en contra. En estos tiempos previos a la Tercera República, me pregunto como Pla en los albores de la Segunda, quién paga esto. Y solo se me ocurre calarme la boina como el payés, pero al estilo manchego.