Miguel Ángel Jiménez

Comentario Dominical

Miguel Ángel Jiménez


Cuando el dedo apunta a la luna…

01/07/2022

 … nos quedamos mirando al dedo. Es una excusa. En los últimos años, el Camino de Santiago, pero también otras peregrinaciones se han puesto de moda. Con ansiedad, incluso con desesperación nuestra sociedad consume contenidos, lugares, espacios, experiencias… Y vuelta a empezar. Se vacía de contenido la profundidad de la experiencia buscando colmar el corazón. Como si se tratara de una carrera, o de la misma credencial que va siendo sellada según se van cubriendo etapas, senderos, pueblos y parroquias, son consumidos acaso buscando algo de sentido.
El Camino de Santiago no solo consiste en recorrer un camino, sino en salir de un lugar para llegar a un destino. Es un viaje, en realidad interior, para descubrir lo poco que se necesita para vivir; cómo nos encontramos con unos y vamos dejando a otros; lo pesado y sufriente de algunos tramos del camino (y de la vida); y de cómo estamos llamados a purificarnos. Es verdad que se pueden recorrer las etapas solo por caminar; para contemplar la naturaleza y encontrarse con ella. Pero, en realidad, el Camino de Santiago tiene un claro sentido religioso y espiritual: se trata de abandonar la antigua vida de pecado para que comience en nosotros una realidad nueva. Siempre en Dios. Por eso, la última etapa es en Finisterre donde se queman las ropas usadas durante el camino para simbolizar el nuevo comienzo. Nos confesamos acercándonos al sacramento de la reconciliación para permitir que Dios derrame su gracia en nosotros y, sobre todo, buscamos con empeño cambiar de vida. Celebramos la eucaristía y profesamos la fe. Dios con nosotros y en nosotros. Se pasará de moda.