Francisco García Marquina

EN VERSO LIBRE

Francisco García Marquina


Navidad-2021

28/12/2021

Navidad-2021 es el nombre de la pandemia de fin de año que fielmente nos llega con todas sus consecuencias. En principio es un virus benigno y bonito, pues lleva su corona de espumillón, pero es muy contagioso y resistente porque su origen está en los laboratorios del más allá. El tratamiento es domiciliario y las secuelas son indigestiones, ronquera y unos bolsillos vacíos.
Los científicos no se ponen de acuerdo sobre la naturaleza divina o humana de quien apareció en Belén de Judea como portador de la epidemia pero, con independencia de creer en su divinidad, Cristo es un personaje histórico que desencadena el fenómeno social y cultural más importante de la historia. Como heredero, yo podrá declararme ateo sin dejar de ser cristiano.
 Somos herederos de la paciencia monacal escribiendo manuscritos, traduciendo a los griegos y compilando la sabiduría del pasado, disfrutamos con la maravilla en piedra de las catedrales y monasterios, seguimos un camino de progreso civil del que carecen los credos orientales, nos beneficiamos de unas obras sociales que la Iglesia ha hecho, porque derivan del excepcional criterio moral de amar al prójimo como a uno mismo. Todo ello sin ignorar el oscurantismo y los excesos inquisitoriales y otras patologías de la creencia, y las corrupciones de los eclesiásticos porque su ministerio está en manos humanas.
En consecuencia, en la vida española hay una presencia tan importante del cristianismo que recurrimos tanto a la oración como a la blasfemia. En resumen: yo soy cristiano y no reniego de ello. Todas las culturas tienen una componente religiosa y correlativamente, todo credo se manifiesta en una moral práctica. Cuando hablo del Cristo, hablo de una cultura en la que estoy enraizado y no pienso sustituirla —por ejemplo— por la de Mahoma.
    La alegría de la Navidad es honesta por ser tan natural como el deseo que la acompaña de fraternizar, de entrar en calor, y de comer esas cosas buenas que la escasez prohibía en el resto del año. La Navidad siempre se ha vivido con la misma naturalidad con que se suceden las estaciones.
Pero hay algo más que añadir a esa propuesta anterior basada en la moral natural de la reciprocidad. La moral cristiana es heroica, porque amar supone dar un paso en el vacío si no es correspondido, situarse en esa arriesgada postura de repartir el bien entre quienes pueden devolverte un mal. Pero ésa es la nobleza cristiana, de asumir el riesgo de dar el primer paso al frente para instaurar un orden nuevo justo.  El cristianismo está algo más allá del humanismo.
Hoy día la Navidad cristiana sigue en entredicho, Nuestros progresistas la consideran como la invasión de una confesión religiosa en el ámbito público y por un hipócrita respeto a otras creencias, erosionan a la que es tolerante y culta, mientras y hacen concesiones a otra, que es excluyente y primitiva.
    El gran portador de la epidemia Navidad-2021 se hace de barro en las figuritas del Belén. Adorémosle en él, pues mayor cercanía que la simbólica no es posible con la divinidad.