Antonio García-Cervigón

Buenos Días

Antonio García-Cervigón


Atrapados en la tragedia

08/06/2021

Fin de semana trágico por las tormentas meteorológicas y por los palos crueles que da la vida, cuando nos arrebata la esperanza que habita en la juventud. Todos los días parecen iguales y no es verdad. Lo imprevisto nos acompaña como espada de Damocles. A veces, despliega ante nuestros ojos signos devastadores que asustan al más pintado. Dan ganas de traer a colación los versos sencillos de Gloria Fuertes: «Padre nuestro que estás en la tierra/ donde tienes tu gloria y tu infierno, / en el cigarro, en el beso/ en la espiga, en el pecho/ en todos los que son buenos».
En horas veinticuatro, como rezaba el clásico, nos hemos enfrentado a situaciones difíciles y en el área que abarca a dos localidades vecinas: Tomelloso y Argamasilla de Alba En la primera, los meteoros desencadenados por una pertinaz y abundante lluvia: un poco más de 50 litros por metro cuadrado en apenas dos horas, pusieron en jaque a la ciudad y a los expertos en esta materia, con el agua caída del cielo, equivalente a la quinta parte de lo que marcan los registros a lo largo del año, que llevó a la querida ciudad de las Letras y de las Artes a tocar a arrebato: voluntarios de Protección Civil, componentes y fuerzas de la seguridad del Estado, equipos de emergencia y voluntarios dispuestos, cuando llegan las inclemencias del tiempo. 
Los vecinos están acostumbrados a saltar por dificultades cuando el buen tiempo no llega. Ejemplos hay para dar y tomar. Nuestros comprovincianos que han sabido levantar en sus dominios una de las cooperativas agrarias más florecientes de España. Además, han unido la cultura como un valor añadido a sus productos. Cualquier ayuda que pudiera considerarse fundamental para recuperar las pérdidas, será bien recibida. 
Lo trágico llega con la velocidad, y esta vez en la cercana villa de Argamasilla de Alba, en las primeras horas de la madrugada del pasado domingo, con un aparatoso y violento accidente que ha segado la vida a tres jóvenes que se vieron implicados en el suceso acaecido en pleno casco urbano. Hay en este artículo un grito a la esperanza y a la vida truncada, que llega prendida de abatimiento empleado en sentido físico y moral. 
La fijación de cómo habrá impactado en sus familiares, nos lleva al doloroso trance que estarán pasando, y a la extenuación sufrida tanto en lo moral como en lo físico. Toda la alegría de la juventud quebrada de espanto; de gemidos y llantos de familia y amigos. Ahora toca, por favor amigos lectores, que la experiencia que da la senectud, los años no examinen y analicen de manera resentida a la juventud que tantos dones atesora. Antes de un juicio apresurado, vale más el recuerdo y la pena por los que se fueron, junto con nuestro sentido pésame a padres, hermanos, abuelos y demás familiares de los que nos han dejado. Y para los heridos nuestro firme y ferviente deseo de recuperación sanitaria. Y en esas estamos.