Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Coletas y coletas

14/05/2021

Antoñete se retiró por primera vez en 1975. Un 7 de septiembre, su cuñado, Paco Parejo, que era el mayoral de Las Ventas, le cortó la coleta, mientras todos los que le seguían sabían que iba a regresar. Chenel fue, vino y siempre volvió. Con triunfos y con fracasos, que 50 años de carrera profesional dan para mucho. Incluso para que un bolinga te tire un cubata encima mientras comentas con Manolo Molés en televisión una corrida desde el tendido de la plaza de Valencia. De su consagración con Atrevido, aquel toro ensabanado de Osborne, a quedar calado por un gin-tonic. La vida de los artistas.
Antoñete siempre contó que volvía por dinero, lo que acrecentaba su fama de golfo, mujeriego y bebedor. Él, lo negaba: «Hago una vida muy sencilla; el campo, alguna partidita de mus con los amigos y el alcohol ni lo pruebo». En el año 2001, se vistió por última vez de luces en Burgos y entonces no se cortó literalmente la coleta porque sus apariciones durante este epílogo habían sido contadas. Tan sólo participaba en «alguna corrida, pero, a partir de ahora, ya ni eso. Ni una, ni dos, ni nada». Lo bueno de su ir y venir fueron las perlas que fue dejando, como aquella faena cumbre en Sevilla en una tarde en la que el cartel lo completaban Curro Romero y Rafael de Paula.
Aunque no es torero -no tiene esa categoría-, Pablo Iglesias se ha cortado la coleta, cuestión que en lo estético me importa un carajo, salvo por los memes ingeniosos que son capaces de levantar una sonrisa. El hasta hace bien poco vicepresidente del Gobierno se la corta -la coleta- porque le han echado de la política, mientras sus más fieles siguen destacando el papel histórico del líder de Podemos. ¿Su logro? Haber encrespado y radicalizado al personal hasta niveles nunca antes vistos en democracia, ni siquiera en los momentos posteriores a la transición. Se corta la coleta y se va, como los malos toreros, sin la opción de que nadie le reclame. Con la puerta abierta de par en par invitando a su salida, sale a por más dinero. ¿No ha tenido suficiente? Nunca es bastante para quien irrumpió en escena junto a los más débiles y acabó aprovechándose de sus miserias para marcharse con los más poderosos, como Roures. Sobra recordar lo que decía sobre las puertas giratorias.
Mientras algunos siguen enredados con el corte de coleta -la de Iglesias, no la de Antoñete-, el Constitucional ha dejado una resolución que ha pasado inadvertida para los que se detienen en el atrezo obviando lo esencial. Entre todos los sapos que ha colocado Iglesias y que Sánchez se ha tragado sin rechistar hay uno de especial trascendencia. El entonces vicepresidente pidió a toda costa incorporarse a la comisión del Congreso que controla el CNI. La respuesta fue inmediata y por la puerta de atrás. Moncloa aprovechó un decreto urgente sobre medidas para luchar contra el coronavirus y sin hacerlo público incluyó al ex líder de Podemos en el grupo de cargos que controlan el servicio de espionaje. Vox recurrió y el Tribunal Constitucional, que tiene sus tiempos y no siempre atiende a la urgencia de los casos, ha respondido una vez que Pablo Iglesias ya no está en el Gobierno. El alto Tribunal tumba el blindaje de Iglesias en la comisión del CNI por inconstitucional: no era tan urgente y mucho menos necesario. La decisión afecta al todopoderoso Iván Redondo, después de que alguien pensara que tenía mucho que decir en asuntos de espionaje. Este, de momento, no se ha cortado la coleta, después de un período de repoblación. Hasta que le echen. Los contrarios o los suyos.