Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


El viaje de Segismundo

12/05/2022

Hace unos días estuve en Venezuela, concretamente en El Salto Ángel, la cascada más alta del mundo, con una altura de 979 metros y ubicada en el parque nacional Canaima, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994. El lugar es de una belleza indescriptible, una maravilla de la naturaleza rodeada de bosque y de difícil acceso, pues la única manera que tuvimos para acceder fue mediante un vuelo en avioneta.
El viaje a Caracas, desde Madrid, es largo y pesado, pero como tengo mano en la aerolínea Plus Ultra, debido a mi conocida vinculación con el chavismo, tuve la fortuna de ser invitado por el comandante a la cabina de mando, incluso de poder sentarme en el puesto del copiloto y tomar los mandos por unos instantes para realizar un pequeño giro con suave inclinación a babor, que probablemente percibieron los pasajeros. Una vez en Madrid, aproveché mi paso por la capital para disfrutar de la final del Mutua Madrid Open 2022 entre Carlos Alcaraz y Alexander Zverev, viendo el partido desde uno de los palcos VIP, disfrutando de una posición privilegiada acompañado de las principales personalidades del mundo del deporte, la empresa y del espectáculo.
Sí, gracias a mi amigo Virgilio Cencerrado he descubierto la Realidad Virtual (RV). Por supuesto, ni he estado en Venezuela, ni he pilotado un avión de pasajeros, ni estuve en la final del Open de Madrid. Pero basta con colocarte un casco visor de RV de marcas como Oculus, HTC o Sony, y tu propia realidad se trasforma de inmediato en otra realidad paralela de calidad y nivel impresionantes, pudiendo trasladarte a cualquier lugar o situación para llegar a vivirla intensamente. Y no digamos las posibilidades que presenta para un futuro inmediato, una vez quede implementada la red móvil de quinta generación, que transformará para siempre la forma de comunicarnos. Son inmensas las posibilidades de la RV en el área de las retransmisiones deportivas, que nos permitirá ver un partido en directo a pie de campo, o en el ámbito de la medicina, la ingeniería, la industria, las relaciones profesionales y sociales o el entretenimiento, yendo camino de alcanzar un nivel mundial de extensión 'mainstream', mayoritario y consolidado.
 Así es hasta que te desprendes del casco visor y vuelves del viaje a la realidad de tu cotidianeidad más absoluta, esa donde te pellizcas y te duele. Es en ese preciso instante cuando uno se siente como Segismundo, el personaje de 'La Vida es sueño', de Pedro Calderón de la Barca. Preguntándote si tu realidad es tu prisión, preguntándote por el sentido de la vida, por el libre albedrío y la predestinación, por el cautiverio que implica la realidad frente a nuestros sueños.
 «¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son».