José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Otra ola

11/11/2020

Las recientes elecciones presidenciales en los Estados Unidos –por más que en ellas se hayan dilucidado también otras cuestiones como la conformación de la Cámara de Representantes, el Senado y la gobernación de algunos Estados, pasarán a la historia no por lo incierto de los resultados –al menos inicialmente y como ya ocurrido en otras ocasiones, las últimas en 2000–, ni por la elevada participación popular, sino por el filibusterismo del actual Presidente en ejercicio, Donald Trump, quien ha tenido un desempeño sorprendente en muchas cuestiones en su mandato no renovado. Por lo que ha venido a convertirse –como una rara distinción negativa– en el 5º presidente no reelegido en la historia de Estados Unidos, sumándose entre otros a Gerald Ford (1976), Jimmy Carter (1980) y Bush (1992). Un raro privilegio inverso. Y un reflejo del descontento, pese a todo.
Capaz, el presidente Trump, en su estilo histriónico y mediático de combinar un alto nacionalismo excluyente, con medidas ubicables en el populismo supremacista de lo americano, como demuestra su eslogan sostenido y engordado de American first. Capaz de proclamarse vencedor, en la noche electoral, cuando aún no se habían acabado los complejos escrutinios, para acto seguido pregonar un supuesto fraude electoral de su adversario Biden y el Partido Demócrata. Derivado dicho fraude –no probado ni demostrado a estas alturas– a su juicio, en el voto anticipado emitido, en el que más de 100 millones de electores estadounidenses han confiado en el ejercicio de sus derechos. Con claro apoyo a los demócratas frente al rechazo reiterado de los republicanos a esa forma de participación. 
Todo ello, todas las descalificaciones institucionales del proceso electoral, de las reglas democráticas mismas y de los resultados producidos, dan cuenta del carácter excluyente de Trump y de su tono altanero y altamente antidemocrático. Que prefiere judicializar un falso conflicto electoral, agitando el agravio y el descontento de sus seguidores e incitándoles a ‘que paren el recuento’, en lugar de reconocer –como lo han hecho antecesores suyos, derrotados en la liza electoral– la victoria de su rival. Está por ver su comportamiento en los 75 días que restan de mandato, hasta el 20 de enero. Día del traspaso de poderes del cuadragésimo quinto presidente a su sucesor Joe Biden.
Por todo ello, la reiteración advertida en estos días de algunos titulares. Fin de ciclo o Nueva era, como claves explicativas tratan de dar cuenta de la fractura que se ha venido labrando en estos cuatro últimos años en la sociedad USA. Donde el movimiento Black live matter, ha supuesto el punto final a muchas cuestiones no resueltas.