José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Escondidos

19/05/2021

Se quejaba amargamente Antonio Muñoz Molina, escritor y académico de la RAL, el pasado día 15 en su trabajo Hay que esconderse (Babelia, 15 de mayo) por la respuesta obtenida a su adhesión –verificada libre y responsablemente– al manifiesto ‘Ahora sí’, publicado en vísperas de las elecciones madrileñas de 4 de mayo y en favor de «conseguir que la derecha, y la ultraderecha, salgan del poder en la Comunidad de Madrid después de 26 infernales años de atentados contra los derechos y la dignidad de la mayoría ciudadana». 
Manifiesto que ya fue comentado en estas páginas de La Tribuna el pasado 28 de abril por mí mismo, en tono ponderado y donde se subrayaban los excesos vertidos, como los denominados «26 infernales años» vividos por los 2.073 firmantes del referido manifiesto. Exceso infernal que fue reiteradamente expuesto por otros no-firmantes y con derecho a expresar libre y responsablemente su opinión. Días después de plasmar la firma, las urnas expresaron la voluntad de los madrileños que optaron por desoír los cantos de sirena vertidos de Muñoz Molina, Elvira Lindo, Marta Sanz o Almudena Grandes –por citar sólo a los cabeza-firmantes–. 
La construcción intelectual y el deseo político de los citados se vino abajo o no fue tenida en cuenta por el cuerpo electoral madrileño. La evidente situación minoritaria sustentada por los cabeza-firmantes se ha traducido o en una fenomenal bronca a los votantes –casos de Sanz que llama a los votantes «seguidores del pato Donald», o Grandes, que se autodenomina a sí misma «vieja, requetevieja» en alusión al desvarío juvenil– o en una velada acusación a los críticos a ellos. «Agresividad inusitada», «intelectuales conversos», «mentes de tan alto voltaje», «sujetos que desafían a la credulidad», «brillantes inteligencias» y cosas parecidas, tan lejos de la ecuanimidad exigible en los momentos actuales, son algunos de los pecios de Muñoz Molina. Casi coincidente esas acometidas furiosas de los cabeza-firmantes con el silencio manifestado en debates recientes sobre compañeros de pluma. Las arremetidas del independentismo catalán contra Javier Cercas; o las acusaciones perversas y atrabiliarias del PSOE de Madrid sobre Andrés Trapiello, al tacharlo de «revisionista de la historia», no han contado con apoyo alguno por parte de los cabeza-firmantes. Circunstancia que ha contrastado con la defensa que los cuestionados han recibido desde distintos sectores intelectuales, en defensa no sólo de su libertad de expresión sino de su coherente postura ética y política. Demostrando, finalmente, que los cabeza-firmantes –como bien dice Muñoz Molina, en su texto periodístico– ya estaban escondidos antes del diluvio y después del diluvio.