Entre dos grandes ventanales se encuentra la obra de uno de los grandes artistas de Ciudad Real. La luz refleja la mirada de cientos de personajes que salen de sus cuadros, que parecen romper la cuarta pared, tratando de que el espectador sea quien agache la mirada. Ellos son las creaciones de Ángel Barroso, el artista ciudadrealeño, del que Ciudad Real lleva casi una década hablando. Barroso se fue a Europa, estuvo en Munich, donde se ha convertido en uno de los rostros del nuevo expresionismo europeo, llevando su arte y su pintura a algunas de las grandes galerías de esta ciudad alemana, así como de Hamburgo o Frankfurt. Con sus pinturas y su viaje ha conseguido algo que parecía imposible, vivir de su arte, consagrando con cada nueva obra un estilo y una mirada. 

En el otoño pasado, Barroso decidió regresar a su casa, a su tierra. «No conozco a ninguna persona que esté fuera de su país y que no quiera volver a su casa». Tras ocho años en Alemania, optó por cumplir ese sueño y sin olvidar «las oportunidades» que le ha dado Alemania, escuchó la llamada de «estar en casa», con los suyos. 

En Ciudad Real se le ha recibido con los brazos abiertos, convirtiéndolo en el segundo artista local al que se le deja el Museo del Quijote para que haga la exposición que él quiera. El viernes 14 concluyó la de Elena Poblete y tras Barroso seguirán el ciclo Eduardo Barco, en otoño, y Kirico después. «No me esperaba este recibimiento tan bueno», y, de hecho, su idea era empezar de nuevo, buscar alguna galería desde la que arrancar. «Imaginaba que la gente se interesaría por lo que he hecho, pero no que se me ofreciera la posibilidad de exponer tan rápidamente».

Miradas que observan de Ángel Barroso - Foto: Rueda VillaverdeEl título de la muestra es Ellos suceden dentro del punto que se ensanchan. El texto es uno de los versos del poemario Matar a Platón de Chantal Maillard. «La comisaria de la última exposición en Munich me dijo que acaba de leer un libro que le recordaba a mi obra». En ese libro se expone esa imagen tan visual de unos personajes que se encuentran en un punto que se abre hace el espectador. «Es como imagino a mis personajes, metidos en un espacio donde pasa algo, no sabemos qué, porque no hay una definición, no hay un tema concreto». Ese espacio puede ser un bosque o un lugar indefinido, un espacio en el aire que debe rellenarse por el espectador. 

Los cuadros de Barroso buscan ese cambio de papeles entre el espectador y el cuadro. «Somos quien está mirando el cuadro, pero cuando te miran a ti, te inquietas», señala, mientras recuerda como esa mirada han pasado de personajes de grandes ojos como el que se puede ver en Fémur a otros en que su mirada es un espacio negro, «unos ojos oscuros, una mancha en la que no ves ni el blanco, ni la pupila ni nada», dejando al espectador que interprete lo que quieren expresar los personajes de sus obras. 

La muestra que se podrá ver desde hasta el 18 de julio no será una retrospectiva, sino un compendio del arte surgido de la mente de Ángel Barroso, con cuadros de juventud, obras finalizadas en Ciudad Real, cuadros expuestos en Europa y una parte de modelado con las pequeñas caras esculpidas dentro de su imaginario. Será una selección de obras pensada para el espacio del Museo del Quijote, en la que afirma que echará de menos aquellas que se han vendido y que nunca se vieron en su ciudad. Además, habrá obras de pequeño formato que siempre acompañan sus exposiciones y que es uno de los atractivos, un éxito en Alemania, donde hay muchos jóvenes interesados en su arte. 

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