La heredera

J.M.F. (SPC)
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Consciente de que su autodenominado 'exilio' puede durar años, el presidente de Junts per Cat tiene en Laura Borràs a una fiel subordinada con un gran futuro por delante

La heredera

 Meteórica. Así se puede definir la carrera política de Laura Borràs. En tres años y medio ha ostentado puestos de enorme responsabilidad, como portavoz en el Congreso de los Diputados de Junts per Cat, consejera de Cultura de la Generalitat catalana y, desde el pasado 12 de marzo, presidenta del Parlament. Es la cara visible de un partido que controla desde la lejanía su líder, Carles Puigdemont.      

¿Quién le iba a decir a la directora de la Institución de las Letras Catalanas en 2013 que iba a ser la segunda autoridad más importante en Cataluña? ¿Quién le iba a decir a una filóloga que se metió en política hace menos de un lustro que tiene opciones de ser presidenta de la Generalitat? La respuesta tiene nombre y apellido: Joaquim Torra, que apostó por ella desde que se conocieron y, sobre todo, tras firmar esta el polémico manifiesto del Grupo Koiné, que definía el castellano como «lengua de dominación».

El mundo de la cultura unió a la lingüista, de 51 años, y al editor, de 58, que la supo vender muy bien a Carles Puigdemont, que la presentó como su gran fichaje en los comicios autonómicos del 21 de diciembre de 2017. Concurrió como independiente.  

También ayudó que antes de que se iniciara la aventura de Junts per Catalunya, que echó a andar el 18 de julio de 2020, no había mucho donde elegir y su verbo fácil y prepotente (algunos la comparan con la popular Cayetana Álvarez de Toledo) y tablas como tertuliana y columnista en diversos medios conquistó a los dos últimos Molt Honorables. 

Su labor como portavoz de Junts en el Congreso (del 23 de mayo de 2019 al 12 de marzo de 2021), con un estilo muy agresivo, rozando el histrionismo, terminó de convencer a Puigdemont, que vio en ella la persona que buscaba: alguien capaz de incendiar el Parlament, la calle... o lo que fuera. Incluido el Govern. 

De hecho, queda en la retina de muchos la última Diada, muy desagradable para los separatistas, ya que atacó Borràs a Aragonès. «Si alguien cree que, ante la oportunidad que tenemos de discutir delante del Estado el derecho a la autodeterminación y la amnistía, hemos de renunciar a ello, que me diga qué hacemos, que me diga cuál es la alternativa a corto plazo», planteó el president. La respuesta de su socia fue furibunda:«¡La unilateralidad! «La mesa de diálogo es un eslogan que hace un año y medio que dura. Ni una sola concreción y tampoco hay nada en perspectiva que no sea el fracaso». 

Ni qué decir tiene que esa pelea agradó a Puigdemont, que dio todo su apoyo a la jefa del Parlament en las primarias del partido: arrasó con más del 75 por ciento de los votos. 

Indicios

No obstante, hay un lunar negro que puede hacer caer a Borràs, y es que durante su etapa al frente de la Institución de las Letras Catalanas existen indicios de presuntas irregularidades, como la adjudicación a un amigo de contratos por valor de 260.000 euros.  El Supremo investiga si incurrió en prevaricación, malversación de fondos públicos, fraude y falsedad documental. Esta misma semana intentó blindarse en el Parlament, pero sus socios de ERCla dejaron sola.