«El libro ronda en mi cabeza desde hace años»

Hilario L. Muñoz
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Autor de 'Historia del Ferrocarril en Ciudad Real'

«El libro ronda en mi cabeza desde hace años» - Foto: Tomás Fernández de Moya

Agustín Jiménez Cano habla con pasión de los trenes y de lo que suponen para una provincia y una capital como Ciudad Real. Su obra, Historia del ferrocarril en Ciudad Real, relata esa historia de las primeras locomotoras de vapor.

¿Cómo surge la idea de narrar la historia del ferrocarril en Ciudad Real? 

La idea de este libro, ronda en mi cabeza desde hace muchos años, pero como esta aventura requería mucho tiempo de investigación, recopilación de datos, localización de fotografías, planos, mapas, estructura, redacción, maquetado, etc., lo fui dejando año tras año, pero estando escribiendo mi segundo libro, Historia de la calle Pozo Dulce años 50-60, maduré la idea de escribir otro sobre la Historia de la Electrificación ferroviaria en Ciudad Real, porque fui pionero y partícipe de su nacimiento en nuestra ciudad, al ser destinado por Renfe a nuestra capital, nada más acabar la milicia ferroviaria. Circunscribirme solo, a contar la historia de la Electrificación Ferroviaria de nuestra capital, ya desde el principio, me pareció poco, pues sus instalaciones tiene solo 45 años, cambiando el objetivo a otro mucho más complejo y extenso, como es, relatar la Historia del Ferrocarril en Ciudad Real desde las primeras concesiones hasta nuestros días. En realidad este proyecto nace en 2015, aunque no le dedicaba un tiempo exclusivo, pues hasta que me jubile en 2019 solo escribía en ratos sueltos y fines de semana.

El libro es una primera parte de esa historia. ¿Cómo era el tren antes de Renfe?

Los trenes del último tercio del siglo XIX en Ciudad Real eran arcaicos y vetustos, pero a la vez magníficos, marchando orgullosos por nuestra provincia. Las locomotoras funcionaban todas con tracción vapor, y como combustible utilizaban carbón, circulando altivas y echando por la chimenea ese denso humo negro que inundaba la atmósfera por donde pasaba, convirtiendo la energía térmica (calor) en energía mecánica (trabajo). Los vagones de pasajeros eran de “tablillas de madera”, muy incómodos, pero es lo que había. En cuanto a los vagones de mercancías eran arcaicos, casi todos de madera excepto las tipo “cisterna” que eran metálicos, pero al no existir freno de vacío cada varios vagones había que intercalar uno con una garita donde iba el agente guardafrenos que a la señal del silbato del maquinista apretaba o aflojaba los frenos. Estos agentes iban soportando las inclemencias del tiempo, frío, calor, lluvia, etc.

¿A qué fuentes ha recurrido para contar esta historia?

En esta primera parte, excepto alguna pequeña consulta en el archivo municipal, la práctica totalidad de las consultas las he realizado fuera de nuestra ciudad. En el archivo histórico ferroviario y la biblioteca pertenecientes a la Fundación de los ferrocarriles españoles, ubicados en la antigua estación madrileña de Delicia, por cierto, en la página 113 del libro se ha incluido una espléndida foto de esta emblemática estación, cuyo pie de foto indica “estación de Ciudad Real”. Así se le conocía en 1880 por ser el origen de la línea Madrid a Ciudad Real. Otra fuente fundamental ha sido el AGA (Archivo General de la Administración) ubicado en Alcalá de Henares, aunque también consulté el archivo del Palacio Real de Madrid, para el capítulo de los viajes de los Reyes a Ciudad Real.

¿Cuáles son los aspectos claves de esos primeros trenes?

Eran trenes tecnológicamente muy primarios. Al utilizar carbón, una de las claves era la perfecta coordinación entre maquinista y fogonero, porque ambos debían conocer a la perfección el trazado de la línea, las subidas, las bajadas y el terreno llano, pues de ello dependía el suministro de más o menos carbón y la velocidad. Aquellos trenes se recuerdan con nostalgia en nuestra ciudad. Mi memoria recuerda cuando entraban o salían de la estación y nos alertaban con el potente silbido de sus locomotoras de vapor.

Uno piensa en Ciudad Real y se le vienen a la cabeza la casa del guardagujas, la máquina, el cubato,... ¿Quedan tantos restos como en la capital en otros puntos de la provincia?

Lo que llama la casa del guardagujas, que aún persiste en la Ronda del Carmen es lo que la compañía del ferrocarril de Ciudad Real a Badajoz (CR-B) llamó “casa de guarda”, eran casas “tipo” que la compañía construía a la lo largo de la línea para los guardagujas, obreros que trabajaban en la vía o guardabarreras. Además de la Locomotora de Pío XII y el cubato de agua ubicado a la entrada de la ciudad por la carretera de Valdepeñas, en la Avenida del Ferrocarril hay otros elementos que instaló el ayuntamiento como una señal de paso a nivel sin guarda, palancas de enclavamientos, señales mecánicas, etc. También hay una copia de la placa que señalaba la altitud de la estación sobre el nivel del mar, que se colocó en un pilar del edificio que hay enfrente del final de la calle Ciruela. En la provincia no hay mucho recuerdo ferroviario, pero cabe destacar que Alcázar de San Juan tres locomotoras, una en el Parque Alces, precisamente la locomotora número 58 del CR-B, otra de la compañía Madrid-Zaragoza-Alicante (M.Z.A.) a la entrada de la ciudad y otra de los ferrocarriles del Norte, ubicada en el museo de los Amigos del ferrocarril.

¿Qué nos queda de aquel primer ferrocarril, en el aspecto económico?

El ferrocarril llegó a nuestra ciudad el 14 de marzo de 1861 con la compañía M.Z.A. por Alcázar y Manzanares. La compañía CR-B completó su línea Ciudad Real a Badajoz el 30 de junio de 1866 y esta misma compañía inauguró la línea Madrid a Ciudad Real el 3 de febrero de 1879. Para la provincia de Ciudad Real supuso un impulso económico importante pues comunicó por ferrocarril pueblos como Alcázar, Manzanares, Daimiel, Almagro, Cañada, Argamasilla, Puertollano, Almadén, Fuente el Fresno, Malagón Fernán Caballero, etc. Las mercancías y pasajeros pudieron desde entonces utilizar este medio de transporte. En el aspecto económico, nos queda no solo la misma relación, sino que se ha mejorado infinitamente con la llegada del tren de Alta velocidad en cuanto a viajeros se refiere.

¿Cómo será la segunda parte del libro?

Apasionante, porque la primera parte, prácticamente no hay ciudadrealeños vivos que puedan recordar esa parte de la historia ferroviaria pues el libro finaliza en el año 1941 antes de que se creara la Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (Renfe). En esta segunda parte de la historia muchos paisanos de mi generación la hemos vivido plenamente a excepción de la primera década de los años 40 del siglo pasado. Como no la he terminado de escribir no quiero adelantar mucho, pero sí le puedo indicar que podremos contemplar estupendas fotografías de locomotoras a vapor de las últimas generaciones que circularon por Ciudad Real, así como las locomotoras diesel, eléctricas, etc. Relato en primera persona, porque la viví desde el primer momento, la noche de pánico y terror que pasó nuestra ciudad con la explosión de las dos cisternas en julio de 1977. Estamos aquí de milagro... Es muy importante para mí, la historia ferroviaria contada por sus verdaderos protagonistas que son los ferroviarios jubilados o en activo, y al igual que en la primera parte se incluirán entrevistas realizadas a estos trabajadores que han dejado su vida en el ferrocarril.