José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Chanel nº3

17/05/2022

Marilyn Monroe solo se ponía para dormir unas gotas de Chanel nº5. España, el sábado, se durmió con muchas gotas de Chanel nº3. Con la venia, de entrada, por el juego fácil, uno también pide todas las indulgencias intelectuales por haber osado verse de pitón a rabo el Festival de Eurovisión. Por haber pecado de lesa horterez y hasta de haberla gozado con la actuación de Chanel y su trepidante y sensual SloMo, alzada hasta el tercer escalón del podio, bronce que sabe a oro, a siete puntos de Reino Unido y expensas de la ganadora Ucrania por el voto popular (solidariamente obligado), con el folk rapeado de su Kalush Orchestra.
Y encima, vestida de torero (espectacular, bellísimo diseño de Palomo Spain, para lo que era: puro show, puro espectáculo). Y un gran abanico al final. El colmo de la españolez. El colmo de la sensualidad, de sentirse y estar sexi. De ser guapa, toda ella ojos, sonrisa y labios, toda piel caribeña, cubana española desde sus tres años. De ser un torrente de bailarina fogueada en los musicales de la Gran Vía y machacada en las redes sociales, ese pozo a veces de estiércol anónimo, porque superó en el Benidorm Fest a las Tanxugueiras y a Rigoberta Bandini, candidatas de las catequistas del feminismo oficial que transita por el Consejo de Ministros, y víctima de la censura del nuevo puritanismo. Exhibiendo nuestra Chanel cuerpo y armas de mujer y una canción cuya letra, que no pasará a la antología literaria de la música española, desató en su día iras en la turba internauta y alguna ansiedad lingüística en los puristas del idioma (de 424 palabras, 187 en inglés), pero Rosa López hace veinte años —mi último Eurovisión entero, creo— cantó, séptimo puesto y con España volcada, Europe's living a celebration, y en 2014 Ruth Lorenzo, Dancing in the rain.
Ya ni 'los caballeros las prefieren rubias' ni 'la tentación vive arriba'. Hoy la de Norma Jean sería una religión laica prohibida. Ni dejan cantar o publicar lo que no obedezca a identitarismos de género o inclusividades de pie forzado, y Chanel casi debe hacerse perdonar su palmito y sus coreografías, cuando no se practican forzados revisionismos ideológicos que atentan a la libertad individual. 
«El aire de aquí está compuesto de nitrógeno, oxígeno y románico», sueña un día el personaje (prófugo-náufrago) de la novela de Santiago Lorenzo Los asquerosos. El aire del Eurofestival el sábado-noche se componía del reencuentro pecaminoso con la vida no sublime, tan superficial como banal y tan necesaria; tan de envidiar como el cantable-bailable de nuestra bella con alma Chanel.