El domingo 12 de septiembre de 1982, la Virgen de Peñarroya retornaba a La Solana, como lo hace cada año el segundo domingo de este mes. A nivel nacional, el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, había convocado elecciones a Cortes para el 28 de octubre y los partidos políticos se movilizaban de cara a la celebración de esos comicios.

Los actos de recibimiento a la patrona se limitaban entonces al recibimiento del domingo, la pólvora el sábado anterior al Ofrecimiento, la puja y, por último, el novenario y procesión que cerraba los cultos. Aún no se organizaba la Semana de Exaltación.

En el aspecto deportivo, el CF La Solana debía comenzar la liga en Primera Regional el domingo 19, aunque se progrLa mOHEDAamó un partido amistoso para el domingo 12 en La Moheda frente al Calvo Sotelo Promesas. El conjunto amarillo alineó un once netamente local, con Juan Ramón en la portería, acompañado por Romero, Ortiz, Hilario I, Juan, Sancho II, Gabriel, Padilla, Magüi, Justo e Hilario II. La Solana ganó el partido por 2-1, consiguiendo el primer gol Gabriel y el segundo Padilla, al transformar un penalti. Dirigió el encuentro el árbitro Pascual Romero García, auxiliado por Carrión López y Aguado Delgado.

El amistoso se celebró con normalidad, aunque en el descanso se produjo un cambio. Se retiró Ortiz y fue sustituido por Gabriel II. Había dicho que se encontraba algo indispuesto.

En la crónica que ofrecimos, tanto para el diario Lanza como para la emisora Radio Ciudad Real, escribimos lo siguiente: "Al retirarse los jugadores a las casetas, al final del encuentro, fue encontrado desvanecido el jugador Ortiz, que fue trasladado al Hospital de Manzanares, aunque ya había fallecido cuando llegó al centro sanitario". Tenía 21 años. Un mes después, el 12 de octubre, se celebró un multitudinario partido homenaje, que llenó La Moheda en una tarde llena de emoción.

José Vicente Ortiz Ruiz 'Ortiz' había comenzado su carrera futbolística como portero en el juvenil amarillo, aunque luego pasó a jugar como lateral izquierdo, donde ofreció sus mejores años. Era querido entre la hinchada por su valentía, su compromiso y su jovialidad personal. También era muy apreciado en el vestuario, donde formaba parte de aquella hornada inolvidable de canteranos. Aquel 12 de septiembre acabó sus días Ortiz, precisamente en el mismo escenario donde vivió sus mejores tardes y donde recibió el aplauso de su afición de siempre.

El entonces alcalde, José López Posadas, descubrió una placa en su recuerdo, que aún se conserva a la entrada de los vestuarios de La Moheda. Se fue la persona. Permanece la leyenda.