Protagonista inesperado

M.R.Y. (SPC)
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Volodimir Zelenski, un cómico que llegó al poder sin experiencia política y sembrando dudas entre sus ciudadanos, ha sabido ganarse el respaldo de los ucranianos y de la comunidad internacional gracias a un discurso cercano y alentador

Protagonista inesperado - Foto: UKRAINIAN PRESIDENTIAL PRESS SERVICE

Cuando Volodimir Zelenski se presentó a las elecciones presidenciales de 2019, muchos se lo tomaron a broma. El entonces candidato se había hecho conocido en Ucrania gracias a su papel en Servidor del Pueblo, una serie en la que un profesor de Historia (él mismo) que vivía con sus padres se convierte de la noche a la mañana en presidente del país con un férreo empeño: combatir la corrupción reinante en la exrepública soviética. Con el nombre de la serie convertido en partido político y con el mismo objetivo de acabar con la corrupción en su nación -la tercera con los índices más altos de malversación del mundo-, la realidad superó la ficción y el entonces comediante de 41 años se hizo con el favor de los ciudadanos para ponerse al frente del Ejecutivo. 

«No soy un político, soy un tipo normal que viene a romper el sistema», aseguró entonces. Tres años después, esa normalidad le ha valido para convertirse en el protagonista inesperado de la guerra iniciada por Rusia contra su país gracias a su capacidad para conectar con la gente a través de mensajes cercanos que insufla ánimos a una población convencida, como él, de que el conflicto acabará con una victoria final de Ucrania.

Sirva como ejemplo una de sus primeras reacciones al comenzar la ofensiva. Tras convertirse en el objetivo número uno de Rusia, Estados Unidos le ofreció ayuda para huir del país. «No necesito un refugio ni un avión, necesito munición», contestó Zelenski, quien, a diferencia de otros líderes internacionales, ha decidido resistir en su territorio y se ha negado a abandonar el barco.

Monologuista y guionista de éxito, su don de palabra se ha convertido en su mejor arma para hacer frente a la artillería rusa. Muchos ven en él un animal comunicativo que ha sabido alentar a los ucranianos, pero también llegar con sus mensajes a una comunidad internacional rendida ante sus discursos, dirigidos en cada ocasión a sus receptores: se refirió a Wiston Churchill en la Cámara de los Comunes británica, a los atentados del 11-S en el Congreso de Estados Unidos o al Muro de Berlín ante el Bundestag alemán. En cada una de sus intervenciones -ha hablado por videoconferencia en más de una docena de Parlamentos y lo hará el próximo martes en el Congreso de los Diputados español- ha sabido conectar con sus interlocutores con palabras de seguridad y resistencia que también traslada en vídeos diarios en los que habla a los ucranianos.

«Son muchas noches casi sin dormir, pero ya dormiremos después de la guerra, después de la victoria», «Lucharemos el tiempo que sea necesario», arenga a sus conciudadanos, a los que recuerda que «no tenemos armas nucleares, no tenemos petróleo, pero tenemos nación, tenemos nuestra gente, tenemos nuestro país. Ese es nuestro oro». «No tenemos nada que perder, solo nuestra libertad. Si piensan que tenemos miedo, se equivocan. No saben nada de nosotros», es uno de sus mensajes más emotivos. Todos ellos los termina con un «Gloria a Ucrania y gloria a sus héroes».

¿Desnazificar a un judío?

A pesar de que Vladimir Putin justificó que su «operación especial militar» buscaba «desnazificar» a Ucrania, Zelenski no ha querido recordar su condición de judío para hacer frente a esas declaraciones. Ya lo hizo en su momento, cuando reveló que su abuelo sobrevivió a los campos de concentración en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Pero, lejos de aprovechar esa circunstancia, el mandatario no ha querido entrar en la batalla dialéctica con su colega ruso, consciente de que, en ese sentido, lo tiene todo ganado.

Y es que el inquilino del Kremlin podrá exhibir poderío militar y podrá ser temido o admirado. Sin embargo, no conseguirá tener el respeto que se ha ganado su enemigo en estas más de cinco semanas de guerra. Sin afeitar y vestido siempre con su chándal y su camiseta de algodón verdes, ha forjado una imagen del líder cercano y valiente que necesita un país en tiempos de guerra. La duda, tal vez, está en si Zelenski está siendo él mismo o interpreta el personaje que todos necesitan para que Ucrania pueda soportar este difícil momento. En cualquier caso, está ante el gran papel de su vida.