¿Qué se va a encontrar quien se acerque a Niño Santo?
Una historia de supervivencia de un niño de 12 años, en un pueblo manchego y que se siente diferente a los demás, su sueño es ser santo. A raíz de que se acerque al mundo de la Iglesia, le empiezan a hacer bullying sus compañeros, le tachan de maricón cuando aún no sabe lo que es eso, y la Iglesia le sirve de refugio. Todo está narrado en primera persona, desde la voz de un niño y se va viendo su evolución desde que entra como monaguillo en su pueblo y uno de los acosadores entra también como monaguillo en esa iglesia. Siente cosas hacia él y está en el despertar sexual que se tiene a los 12 o los 13 años.
¿Cómo se une religión, homosexualidad y bullying?
«Trato de hacer las paces con quienes me acosaban" - Foto: Rueda VillaverdeEs una combinación explosiva. Parto de mis recuerdos, de mi infancia y recuerdo ser muy católico y querer ser sacerdote. Quería recuperar esa inocencia, el momento en que de repente empiezas a hacerte mayor, ese paso de la infancia a la adolescencia, esa crisis de fe. Eres un niño que te lo crees todo y vives en un mundo de fantasía. Luego te vas dando golpes con la realidad y vas despertando. Pedro es un niño que no encaja con el resto, porque lo que prima es la fuerza, el ser el más machote. Él se siente desplazado porque le hacen sentirse así y la iglesia al final es una vía de escape.
¿El bullying del libro es directo, como el que había en los patios de los 80?
En esa época no había protocolos y te las tenías que ver tú solo contra tus acosadores y muchas veces estos problemas se tapaban o no se le daban la importancia suficiente. Los niños tenían que ser los más 'machitos' y al que no jugaba al fútbol o el que sacaba las mejores notas, se le acosaba y se normalizaba. Ahora es más difícil, pero todavía sucede. En la ESO he escuchado cómo se llamaban maricones para insultarse. Todavía por desgracia hay ataques homófobos fuera de las aulas y dentro.
¿Es una novela que únicamente se puede escribir desde la distancia?
Mi posición como escritor que vive en Madrid es una posición cómoda al volver al pasado, pero también lo he hecho para sanar heridas. Cuando escribí Nido de Pájaros fue una forma de reconciliarme con el pueblo y con esa homofobia rural normalizada. Fue una manera de enfrentarme a mis miedos e inseguridades y aceptarme realmente como yo soy. Con Niño Santo trato también de hacer las paces con el pasado y con esos niños que me acosaban. Se trata de decir me habéis hecho esto, pero estoy exorcizando los demonios. Si mi historia puede servir para ayudar a otros niños que se sientan diferentes o mal por algo, que no deberían sentirse mal o culpables, yo quiero tender la mano. Hay mucha gente que se siente representada porque al final, independientemente de ser LGTB o no, un poco de acoso escolar hemos vivido todos. Son comentarios que te marcan mucho y que pueden determinar lo que vas a hacer. Ese adolescente que tú eres influye en el adulto que va a ser.
¿Qué ha pasado para que sean tantos los que escriben sobre el pueblo?
Hay un boom con muchos escritores que coinciden en esa vuelta a los orígenes. La infancia al final nos marca e influye mucho en quiénes somos. Este libro va de la búsqueda de la identidad, de encontrarse y saber quién eres y lo que pasa más o menos a esa edad, 12 o 13 años, y mucha gente vuelve a eso porque les ha marcado mucho.