José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Calamar y calabaza

18/10/2022

Cualidades como el valor o el precio —no son lo mismo—, como la belleza o lo horrible, varían en su apreciación según el tamaño o la distancia. La cotización social o crematística de algo está en función de su escasez o de su abundancia, de su rareza o de la sobreproducción. Los buscadores de récords miden, cuentan, suman, en un intento, muchas veces hortera o kitsch, por pasar a la historia aun por unos días o minutos, qué se yo.

Pero no todo tiene siempre el tamaño exacto, la luz apropiada, el color adecuado o el punto de sabor perfecto. Cuestión a veces de no llegar o de pasarse. Preferiremos calidades que cuantificaciones, el matiz a la grosura seguramente grosera, pero ocurre que la diferencia entre lo monstruoso o lo más sabroso del mundo es solo cuestión de centímetros, de escala, de proporciones.

En aguas tinerfeñas Teo Lucas, un asturiano más o menos aficionado a la fotografía del mar y sus profundidades, cuentan las crónicas que encontró un calamar gigante a la deriva, víctima de algún cetáceo, y aunque le faltaba algo de la cabeza y parte de un tentáculo consiguió subirlo a su embarcación y medirlo: 3,6 metros de cefalópodo. Y allí en la pequeña cubierta se hizo la autofoto, para comparar medidas, él, reseco de sol y salitre, parece otro trofeo de pesca con sus ojos cerrados mientras el calamar le observa con su gran ojo muerto y gelatinoso. Habría que haber conocido a ese pequeño monstruo vivo y coleando, recordando al que atacó al Nautilus de la novela de Julio Verne, saber qué tomó para no quedarse como sus pequeños hermanos, riquísimos a la plancha, espectaculares los rejos con una pizca solo de alioli…

Al fin, como digo, cuestión de volumen o de genética dispar. Como el alcanzado, algo más cerca esta vez, en el pueblo conquense de Cañete, con la gigantona calabaza, casi tamaño carroza de Cenicienta, que los hortelanos Luis y Ángel cultivaron en su pequeño huerto, 304 kilos dan para hacer muchas cremas. El secreto, decían, un pozo bueno y "meter basura de gallinaza y oveja". Está expuesta como atracción turística local y, aunque no lo crean, abrió en su día el informativo de mediodía en la Televisión regional en pleno debate del Estado de la Región.

Desproporciones XXL que desconciertan como anomalías de una aburrida normalidad, como si nos hicieran un poco liliputienses frente a los gulliveres con que la naturaleza recuerda la inmensa fortaleza de nuestra pequeñez. A la que no le gusta, claro, que le dan calabazas ni le suelten tan a menudo engañosos chorros de tinta de calamar.


 


 

ARCHIVADO EN: Pesca, Novela, Genética, Cañete