Notarios del engaño

Manuel Espadas
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Modus Operandi es una de las pocas agencias de detectives privados que ofrecen sus servicios en la provincia, realizando una labor cada vez más demandada por empresas y particulares

El responsable de la agencia Modus Operandi, con su cámara en mano. - Foto: Tomás Fernández de Moya

No se esconden detrás de una gabardina y un sombrero, aunque los usen, ni observan mirando por encima de un periódico. Tampoco son policías expulsados del cuerpo con una vida desestructurada. Aunque el gran público los pueda conocer más por películas, series de televisión o novelas negras, los detectives privados son personas de carne y hueso que ofrecen a sus clientes sus dotes como investigadores, avalados por una formación y una titulación académica, y siempre dentro del marco de la legalidad.

Suelen estar especializados en destapar bajas laborales fingidas, resolver conflictos sobre pensiones tras un divorcio, la búsqueda de personas, infidelidades, denuncias sobre competencia desleal en el ámbito empresarial, localización de deudores y también realizan visitas a establecimientos haciéndose pasar por cliente. Huyendo de los estereotipos, los detectives privados son profesionales cualificados, a los que se les exigen tres años de formación y varias condiciones para poder ejercer esta profesión, y siempre al amparo de la ley. Cuentan con una titulación oficial, mediante un 'experto' impartido por una universidad privada, o mediante la especialización dentro del grado de Criminología. Son profesionales reconocidos oficialmente, cualificados y discretos que ponen al servicio de los clientes sus conocimientos y habilidades en la investigación.

En España esta profesión está reglada y colegiada a través de la Asociación Profesional de Detectives Privados (Apdpe), y en la provincia de Ciudad Real cuenta con varios miembros, entre ellos la agencia Modus Operandi. Al frente está 'Edu', seudónimo detrás del cual, y sin mostrar su rostro a la cámara para preservar su identidad por razones obvias, atiende a La Tribuna para acercar las particularidades del desconocido sector de la investigación privada. «Mucha gente ignora que nuestra profesión existe, o no la tiene en consideración. No somos espías, solo somos observadores que certificamos una realidad para trasladar al cliente una información que le ayude a tomar decisiones. Somos una herramienta con la que intentamos ayudar a las personas, algo que en muchos casos nos provoca una gran satisfacción personal», resume.

'Edu' simula cómo grabaría en la calle en uno de sus servicios.'Edu' simula cómo grabaría en la calle en uno de sus servicios. - Foto: Tomás Fernández de MoyaLa vocación de investigador le viene a Edu desde muy joven. Sin embargo, no se formó como detective privado hasta los 32 años, hace ahora seis. Dejó su trabajo y obtuvo su TIP (Tarjeta de Identidad Profesional), expedida por la Dirección General de la Policía y que le acredita como el único profesional legalmente habilitado para investigar sobre hechos y conductas privadas, al amparo de la Ley de Seguridad Privada 05/2014. Asegura que fue «la mejor decisión que he tomado en mi vida», y desde entonces «no hay día que no trabaje», en una profesión a la que hay que dedicarle mucho tiempo, con tres virtudes imprescindibles: «capacidad de observación, discreción y mucha paciencia».

muchas 'tronchas'. No es raro pasarse varias horas en el coche mirando una puerta a la espera del momento oportuno para tomar una imagen. «Puedes ser 12 horas esperando para captar un segundo». Son sesiones de vigilancia que en el argot de los detectives denominan 'tronchas', pero que dan como resultado una fotografía o unos segundos de vídeo claves en su cometido. Además de ese trabajo de campo, también hay mucha labor 'de oficina', escudriñando redes sociales en busca de una captura de pantalla con huella digital que sirva como prueba irrefutable. Con toda esa información, el detective privado elabora un dossier que entrega a su cliente, que es quien decide qué utilidad le va a dar. «No entramos en juicios de valor ni damos opinión. Solo somos fedatarios de una realidad».

En muchas ocasiones, el cliente decide llevar el caso a la vía judicial, y ahí los investigadores están obligados a acudir al juicio, si se les reclama, como testigos cualificados o como peritos, algo que «es parte de nuestro trabajo». El responsable de la agencia Modus Operandi aclara que solo pueden aceptar servicios si entre su cliente y el investigado existe una 'legitimidad', o sea, un vínculo familiar, personal o profesional entre ambos. Además, al estar sujetos a la Ley de Seguridad Privada, el detective privado tiene la obligación de dar parte a las autoridades policiales de cualquier delito del que sea testigo, al margen de la decisión de su cliente, por lo que en algunos casos su labor también redunda en el bien de toda la comunidad.

 

Muchos encargos por bajas laborales fingidas y por pensiones tras divorcios, y puntuales servicios por posibles infidelidades

Según la cartera de clientes de Modus Operandi, se podría decir que los comportamientos poco éticos de los ciudadrealeños están más relacionados con las bajas laborales fraudulentas. En uno de sus servicios Edu siguió a un trabajador de baja por un esguince cervical hasta el interior de un gimnasio, donde le grabó realizando todo tipo de ejercicios físicos. Por ello, entre sus mejores clientes figuran mutuas de trabajo y aseguradoras.

También llegan a sus manos bastantes conflictos sobre pensiones alimenticias entre matrimonios divorciados, en los que uno de los cónyuges quiere probar que el otro ya no necesita esa manutención al haber rehecho su vida con otra pareja o con una situación laboral diferente. Relacionado con esto, también ha realizado investigaciones para que sus clientes se vean desprendidos de la obligación legal de sufragar parte de los gastos del domicilio familiar tras una separación, probando que ese 'domicilio familiar' ya no lo es tal porque la otra parte convive en él con una nueva pareja.

En cuanto a los casos por infidelidades, no son muchos los que ocupan su labor profesional, pero los hay. En una ocasión siguió a una mujer hasta Valencia, donde comprobó que tuvo un encuentro con su amante. Poco después, fue el amante el que viajó a Ciudad Real, donde se vio con ella en el mismo domicilio familiar. Gracias a la información aportada por el detective, allí aparecieron el marido engañado y hasta los padres de ella, sorpendiéndoles in fraganti.