scorecardresearch

"El sistema sanitario no está en su mejor momento"

H. L. Muñoz
-

La presidenta del Colegio de Médicos repasa en esta entrevista sensaciones, la situación sanitaria y las soluciones que se están dando ante lo que llama «la tormenta perfecta» que está sucediendo en la sanidad tres años después del COVID

"El sistema sanitario no está en su mejor momento" - Foto: Tomás Fernández de Moya

Médico del Servicio de Urgencias del Hospital Mancha Centro en Alcázar de San Juan, Concepción Villafáñez vivió en primera persona el coronavirus y el confinamiento, incluso antes del día 14 de marzo de 2020, del que mañana se cumplen ya tres años. La presidenta del Colegio de Médicos repasa en esta entrevista sensaciones, la situación sanitaria y las soluciones que se están dando ante lo que llama «la tormenta perfecta» que está sucediendo en la sanidad.

¿Cuál es la situación de la sanidad tras estos tres años desde el COVID?

No la veo bien, fundamentalmente porque si la situación ya era complicada, llegó el COVID y desestabilizó muchísimas cosas. No solo desde el punto de vista económico, que eso no se le escapa a nadie, sino porque se han acumulado muchos pacientes en las listas de espera. Además, el COVID ha dejado una serie de secuelas importantes en muchas personas que al final no hacen más que aumentar la patología. Como la patología cardiovascular que ha aumentado de una forma llamativa y hace que se sobrecarguen servicios de urgencias y hospitalizaciones. También están los pacientes crónicos a los que no se les ha estado haciendo sus revisiones habituales. La sensación que tengo, y no quiero ser catastrófica, es que se está juntando una tormenta perfecta. Se han juntado demasiadas cosas. Y ya como punto final, casi, está el hartazgo de los profesionales, de los médicos, que es de lo que a mí me toca hablar en particular. El cansancio físico, el cansancio psicológico, el ver que han pasado tres años y no solo no se han modificado muchas cosas que tenían que haberse modificado, sino que hemos empeorado muchas otras. Todo eso al final hace que la gente no esté en su mejor momento. El sistema sanitario no está en su mejor momento.

Pero en la primaria ya hay una primera solución. ¿Cómo valora ese acuerdo entre el CESM y la Junta?

Lo positivo que sacaría es que se ha reconocido que existe un problema, que a veces es difícil que la Administración reconozca que existe un problema, y ha habido voluntad, también es verdad, por todas las partes de intentar solucionarlo. Y que cada uno pusiéramos las ideas para poder hacerlo. Se han recogido las ideas de todo el mundo y, entre todos, se ha intentado hacer de la mejor manera. Ahora hay que estar expectantes y si hay cosas que modificar, pues habrá que modificarlas. Porque lo que no podemos es dejar que la base de nuestro sistema se hunda.

¿Habría que hacer lo mismo para la sanidad hospitalaria?

Primero tenemos los cimientos de la casa, que es lo primero que hay que asegurar y ahora vamos hacia arriba. Si queremos que este sea un sistema público, un sistema gratuito y universal, como todos presumíamos de que era uno de los mejores de todo el mundo, pues vamos a intentar que sea así. Hay muchos campos que hay que atajar y hay que ver cuáles son los problemas. Por ejemplo, está el tema de las listas de espera. Creo que es muy importante preguntar a los profesionales, pero algo que no se debe olvidar es la población en el uso del sistema. Esto cuesta muchísimo para que cuando uno se pone malo tenga la mejor atención. Cuesta mucho esfuerzo de todos y hay que cuidarlo entre todos.

Una primera solución que se está buscando es que haya más MIR...

El problema que hay ahora mismo, y lo dice desde todos los ámbitos, no es de médicos de forma genérica, es que faltan especialistas en algunas especialidades concretas. Esto se lleva diciendo ya mucho tiempo, lo que pasa es que ahora se ha puesto tan de relieve que es especialmente llamativo y además de eso, el camino que estamos siguiendo no tiene buena pinta, digamos, porque parece que aún las cosas se van a poner peor. Esto ocurre, en general, en toda España, en todos los hospitales y en todos los centros de salud, pero muchísimo más, en sitios más periféricos, más pequeños, menos apetecibles... Un médico tarda 11 años en hacerse, tenemos el periodo de formación más largo de cualquier carrera. Porque tenemos seis años de carrera y además de eso el examen MIR, que te supone más o menos otro año, y además, la especialidad, que puede ser de cuatro o de cinco años. Nos ponemos a sumar y cuando quieres tener un especialista, que es lo que necesitas ahora, han pasado 11 años. Crecer en plazas MIR siempre es bueno. Es muy importante en hospitales pequeños como el nuestro que tengamos nuestros residentes, que nos dejan de ser una semilla de lo que el día de mañana pueda ser la gente que esté trabajando en el hospital. Hay que intentar hacerlo lo más atractivo posible porque cuanta más gente formemos aquí, más posibilidades tenemos de no quedarnos descubiertos.

Hay un aspecto extra en esta 'tormenta'. Esa tensión por los tiempos y las pruebas, ¿se acaba trasladando a los pacientes y se acaba convirtiendo en actos violentos?

Lo vivimos mal, peor que nunca. Cuando llegó el COVID, ya había muchas agresiones en aquel momento a sanitarios en general, pero especialmente a médicos. Llegó el COVID e hicimos lo que había que hacer, nuestro trabajo, pero la población percibió de alguna manera que realmente ese trabajo era importante para ellos. No había salud y el mundo entero se vino abajo. Una forma de apoyar fue el aplauso de las ocho, que a los médicos nunca nos acabó de convencer. Sabíamos que a lo mejor esto era una cosa pasajera y que lo que venía después iba a ser peor. Y desgraciadamente, así ha sido, porque han aumentado las agresiones.

¿Han aumentado las agresiones a los médicos en Ciudad Real?

El Consejo General ha registrado, en todos los colegios de médicos, el pasado año, 843 agresiones. En Ciudad Real ha habido cinco. Hemos disminuido un poco respecto al año pasado, que si no recuerdo mal fueron 11. Hablo de las denunciadas. Estas agresiones de las que hablamos son de las que se han puesto denuncia. Ha habido muchas más que no se han denunciado, porque todavía tenemos ahí un trabajo muy grande: convencer a los médicos que tienen que denunciar cuando sufren una agresión, ya sea verbal, física o del orden que sea. La población está crispada porque la encerraron durante un tiempo con algo que pasaba fuera, que era horrible, que nadie se explicaba, que no sabían afrontarlo. Además, le ponen una mascarilla durante no sé cuánto tiempo, le restringen viajar, le ponen vacunas. Luego acaba todo eso y, si tienen que hacerse una prueba médica o la tienen que operar, o le tienen un montón de tiempo en espera o no tiene acceso. Se han juntado demasiadas cosas que hacen que la población esté muy crispada. ¿Y a quién ven cuando van a urgencias, a una consulta, a su centro de salud? Al médico, a la enfermera o al celador. Quien tiene esa condición agresiva, pues descarga con el primero que ve.

¿Qué hacía usted aquel 13 de marzo, el día antes del confinamiento?

El 13 yo creo que estaba en la urgencia, si no recuerdo mal. El problema que tuvimos aquí, en La Mancha Centro, es que todo empezó mucho antes. Para casi todo el mundo, todo empezó el domingo 14. Aquí, todo empezó a finales de febrero, con días que tengo grabados a fuego. El 2 de marzo, que estaba de guardia, y no me daban mascarillas. Llegó un momento en que no dábamos abasto. A mediados de marzo teníamos 15 compañeros enfermos a la vez, de baja. Eso para un servicio como el nuestro, que no es muy grande, suponía más del 50% de compañeros de baja a la vez. En la urgencia fueron días absolutamente terribles.

¿Y cuando dijeron que había que confinarse el día siguiente?

Los médicos lo hemos visto de una forma muy diferente a la población general. Todo el mundo ha tenido un punto, pero imagínate la urgencia. Mi vida consistía en trabajar en urgencias todo el tiempo, dedicarme luego a desinfectarme para no contagiar a los de casa, intentar descansar un poco, que era algo difícil, porque además en el tiempo de descanso que teníamos, lo que intentábamos era documentarnos de lo que llegaba de otros sitios. Nos documentábamos sobre tratamientos, en cosas que empezaban a usar y a poner, porque, ahora ya sabemos muchas cosas, pero en ese momento no sabíamos absolutamente nada. Hicimos los protocolos de atención, de tratamiento, lo teníamos que hacer todos nosotros de nuevo, y eso lo hacíamos en nuestros tiempos de descanso.

¿Cómo ve el hecho de que tres años después parezca que...

Que no ha pasado nada (termina ella frase), terrible, yo lo veo terrible, en muchas cosas que veo en la vida diaria, y creo que eso es algo que a nosotros nos ha dejado marcados especialmente. A los médicos nos ayudaron los psiquiatras, hicieron grupos de tratamiento, y nos ayudaron muchísimo para poder seguir adelante. Hubo mucha gente que tuvo que parar porque no podía tirar para adelante. Era un estrés postraumático, descrito como tal. Yo ahora puedo hablar sin llorar, pero durante mucho tiempo ha habido muchas cosas que me costaba explicarlas sin que se me saltaran las lágrimas. Tenemos una de las zonas de mayor afectación del mundo, y de repente es como que aquí no pasa nada, ahora toca vivir la vida loca, y a mí me horroriza. Creo que el ser humano no aprende de sus errores, y eso es un problema muy grande. Por eso digo lo de que hay que educar también a la población, y recordarlo tampoco es querer estar viviendo en el pasado, o vivir asustado. No podemos olvidar algo tan importante, algo que ha afectado de esta manera a todo el mundo, que ha paralizado la vida, que ha afectado a la economía, a la salud, que ha matado a tanta gente, que ha dejado marcada a tanta gente, que está matando ahora a tanta gente. Algo que está dejando todo ese rastro, que lo hemos sufrido todos, que hemos tenido que estar encerrados en casa. Todas esas cosas que nos han pasado no puede ser que tengamos una memoria tan floja. A mí eso me enfada muchísimo.