El presidente de la Hospitalidad Diocesana de Lourdes, Santiago Caballer, calculaba que en la tarde de este sábado acudieron alrededor de 300 personas a la celebración de la Caravana Blanca en la Catedral de Ciudad Real. Caballer se mostró satisfecho de poder recuperar un acto que había quedado en suspenso los dos años anteriores y destacó la concurrencia a pesar del tiempo de tormenta que sobrevoló la capital a lo largo de todo el día.

La comitiva partió de la ronda de Toledo y recorrió las calles Toledo, Rosa y Camarín y el Paseo del Prado hasta la Catedral, donde se celebró la misa que presidió el obispo Gerardo Melgar. Los asistentes llegaron en dos autobuses de la residencia de mayores Santa Teresa Jornet de la calle Calatrava, la Ciudad de Matrimonios Ancianos y la residencia asistida de mayores Gregorio Marañón; otro grupo fue en compañía de las Hermanas de la Cruz. En la eucaristía, cada uno de los centros que se presentaron realizó una ofrenda floral.

La función religiosa empezó puntual con la intervención del Delegado diocesano de la Hospitalidad, Enrique Galán Ruedas, y las palabras del presidente diocesano de la misma, que agradeció la presencia del numeroso público en una celebración "para y por todos los enfermos" y la calificó de "entrañable". Estaban presentes, además de las autoridades municipales, el Pandorgo, la Dulcinea, sus damas y otros miembros del cortejo oficial.

La misa de la Caravana Blanca reunió a más de 300 personas

El obispo, Gerardo Melgar, ofrendó la misa como una "acción de gracias" a la Virgen del Prado por la salud y recuperación de todos los enfermos, más aún teniendo en cuenta que se producía "después de varios años en que no hemos podido hacerla con su presencia" a causa de "la pandemia del virus, que tanto ha hecho sufrir a personas y familias". El obispo recordó que estos últimos años, si bien no había podido realizarse el acto multitudinario, la Caravana Blanca había perdurado "desde la oración y otros niveles".

Melgar dijo que ante esas circunstancias excepcionales cualquier persona había sentido "miedo, incertidumbre y desconcierto ante la enfermedad". Remarcó que los enfermos agradecieron especialmente "el cuidado y la dedicación de las personas que diariamente se ocuparon" de quienes lo precisaron, considerando que la cercanía de estos cuidadores es "la expresión del gran amor que Dios los tiene", pues estos les hacen "más llevadero el dolor y el sufrimiento". Así, concluyó que "la oración" de este día sería "para pedir, no solo cada uno por sí mismo, sino por todos y por cada uno de los enfermos y dependientes".

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Además de las personas de la Caravana Blanca, la misa congregó a otros particulares y feligreses habituales.