Un respiro entre el ahogo de la pandemia

Hilario L. Muñoz
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José María Cruz, gerente de sala Nice y Ciclos, es una de las personas que pidió los préstamos con el aval del ICO cuando se lo ofreció el banco en el momento más duro del confinamiento

Un respiro entre el ahogo de la pandemia - Foto: Tomás Fernández de Moya

Un mes y medio después de decretarse el cierre de todo el sector hostelero llegaron los créditos con el aval del ICO a los autónomos y empresas de la provincia de Ciudad Real. Como un soplo de aire fresco desde los bancos expusieron las ventajas de estos créditos a empresarios como José María Cruz, gerente de la sala Nice y Ciclos, dos locales de la capital que tienen restricciones, dispares y muy severas, debido a las limitaciones del ocio nocturno. 

En aquel momento, Cruz estaba negociando con los dueños de sus locales, tratando de saber si podía solicitar una reducción del alquiler o si podía acogerse a una subvención de las ayudas. «Estábamos en ingresos a cero, los gastos obviamente no, porque nos cerraron el 14 de marzo, y el 1 de abril, con la mitad de los ingresos del mes había que hacer frente a los pagos», comenta este hostelero, vocal en la asociación provincial del sector del ocio nocturno. De este modo, pidió un préstamo a cinco años, con una financiación buena y que supuso «una pelota de oxígeno» que luego se sumó a otros aspectos como la reducción de impuestos municipales 

En semanas, él es uno de los empresarios que debe afrontar el pago del primer mes de ese préstamo en un momento en que uno de esos locales, Nice, lleva cerrado desde mediados de agosto por Real Decreto, ya que tiene licencia de discoteca. Ni tener terraza o servicio de cafetería le ha ayudado a seguir abriendo y con problemas para contar con el ERTE de sus empleados. En Ciclos, mientras, abre de jueves a domingo, aunque debe cerrar sus puertas a nuevos clientes a la medianoche y a la una de la madrugada por completo, con riesgo de sanción. Por este motivo, parte de los primeros pagos del ICO tendrán que realizarse a cuenta de los propios préstamos, con lo ahorrado del dinero que se solicitó para afrontar los gastos del confinamiento y otras inversiones y que no se han gastado. «Es como la zanahoria que le pones al burro, te voy a dar un dinero para mantenerte, pero si no hay actividad te he dado un crédito para pagar un crédito», señala Cruz, quien apunta a que al final lo que tiene es un mayor gasto financiero en su cuenta.

El COVID es solo un paso más en la crisis del sector, que se encuentra con el botellón o las tiendas 24 horas como una competencia que no tiene que cumplir las mismas normas, en cuanto a ruido y otras ordenanzas, que los establecimientos. A esto se suma inversiones, en mamparas o limpieza que, en su caso no han podido emplear porque las discotecas se cerraron por decreto. «Al final la solución hoy por hoy es negociar con los dueños de los locales, gestionar bien el tema de las ayudas y exigir que haya un dinero a fondo perdido, como cuando hay un huracán, porque esto es una catástrofe y luego invernar, para tener el mínimo gasto, y rogar para que no nos cierren».