"Las redes marcan a los adolescentes un modelo inalcanzable"

H. L. Muñoz
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El confinamiento, el duelo, el abuso de las redes sociales, la ansiedad de los adolescentes, los trastornos alimentarios o la ruptura del tabú de las enfermedades sociales son algunos de temas que aborda Luis Beato con La Tribuna

"Las redes marcan a los adolescentes un modelo inalcanzable" - Foto: Rueda Villaverde

El confinamiento, el duelo, el abuso de la las redes sociales, la ansiedad de los adolescentes, los trastornos alimentarios o la ruptura del tabú de las enfermedades sociales son algunos de los temas que aborda Luis Beato, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital General Universitario de Ciudad Real en esta entrevista con La Tribuna, en la que expone su visión de la pandemia que vino tras el COVID, la de las enfermedades mentales.

¿Cómo ve la salud mental de la provincia desde el confinamiento?

El confinamiento puso a prueba la capacidad que tenía la sociedad de soportar situaciones de trauma. La situación de trauma no fue solo por el peligro para la salud y la vida por el coronavirus, sino, sobre todo, por las medidas restrictivas. Ahora, con la perspectiva de estos años, vemos todo lo que ha supuesto la pandemia. En los momentos iniciales fue el miedo al contagio y la aparición de la muerte o las complicaciones físicas importantes asociadas a la infección. En los años posteriores ha sido todo lo que han supuesto aquellas muertes y las medidas que en aquel momento hubo que implementar y que han provocado pérdidas que no se han recuperado.

¿A qué pérdidas se refiere?

Ha habido una serie de grupos a los que el confinamiento interfirió mucho en su vida. A los adolescentes el confinamiento les interfirió en sus relaciones, rompiendo lo positivo, pero manteniendo lo negativo, como, por ejemplo, las situaciones de acoso, que siguieron ocurriendo con las redes sociales. Esto que veíamos en los primeros meses de confinamiento. Lo que posteriormente me he encontrado es otro grupo que no pensaba que podía ser tan vulnerable y que son las personas mayores. Personas que ya estaban jubiladas y que mantenían ciertos hábitos, como salir al bar, que tenían alguna relación fuera de casa, como es ir a jugar con los amigos o salir a pasear. Su actividad se interrumpió y, en muchos casos, no ha vuelto a recuperarse, con lo que eso supone de aislamiento y de empobrecimiento de la funcionalidad básica. Lo que vemos en consulta son las secuelas del aislamiento en esos grupos de edad.

¿Esto qué implica para los adolescentes, por ejemplo?

"Las redes marcan a los adolescentes un modelo inalcanzable" - Foto: Rueda VillaverdeEl adolescente está en un momento crítico, donde la familia tiene menos relevancia y lo que importa es el grupo de pares, en el que se aprenden aspectos como tu propia personalidad, tu identidad, cómo te consideras, qué misión tienes, cuál es el papel entre iguales y aprendes a relacionarte, a encontrar tus gustos, tus valores, tu jerarquía. Eso se rompió y ha habido adolescentes que pasaron a una época de adultez temprana, sin un aprendizaje adecuado de las relaciones humanas.

¿Y en los universitarios?

El momento en el que se inicia la universidad todos están en circunstancias similares y no lo pudieron vivir. Hubo algunos que pudieron adaptarse, pero una gran mayoría se quedó aislada, sin ese momento de mayor solidaridad. Entonces pasan la universidad sin haberse formado grupos adecuados.

¿Ha habido también secuelas entre los adultos?

Hace poco cogí un taxi y pregunté, porque suelo preguntar porque me interesa, cómo le fue en la pandemia. El taxista me dijo que el día después de comprarse el taxi declararon el estado de alarma. 'Me encontré con el taxi metido en la cochera y teniendo que pagarlo'. Y lo que ha aprendido, decía este señor, es que 'no podemos planificar el futuro'. Los adultos piensan que, en cualquier momento, pueden ocurrir situaciones que nos desbaratan nuestros planes y esto explica ese desaforamiento en aprovechar el tiempo perdido, saliendo.

¿Cómo se traduce esto en consulta? ¿Qué enfermedades se tratan?

"Las redes marcan a los adolescentes un modelo inalcanzable" - Foto: Rueda VillaverdeFundamentalmente, cuadros de ansiedad y cuadros de depresión en población adulta. En los adolescentes, por supuesto, ansiedad y depresión y trastornos de la conducta alimentaria. Los trastornos alimentarios aumentaron, porque exigen no solo el control de la dieta, sino también el control del ejercicio físico. Empieza a obsesionarse con lo que han comido, con lo que no han comido, a mirarse al espejo y a controlar el peso. Empiezan con un control y un neuroticismo que, en casos donde no se hubiera tenido este problema, se precipitaron estos cuadros.

Se comenta que las redes sociales tienen un papel en este aumento de los trastornos...

Lo que ves en las redes es un mundo ideal que no existe. La gente no pone cuando lo está pasando mal, cuando están estudiando o cuando tienen dificultades en su casa, lo que se pone son los momentos de éxito. Además, se hace un teatro para aparecer en la foto como si todo fuera bien. Esto va marcando un estándar que nadie tiene y que te hace sentirte mucho más infeliz. Empiezas a compararte y pensar que no tienes tantos amigos, que no sales tanto de excursión o que tu familia no es como la que ves en el móvil. Piensas que eres más infeliz, que eres más desgraciado y eso va a repercutir en tu bienestar. El tema de las redes sociales, para la población adolescente, le está marcando un estándar inalcanzable, que les lleva a sentirse mal con la vida que está llevando y a sentirse insatisfechos.

¿Cómo afecta esta situación en la consulta de psiquiatría?

Ya se hablaba que después del COVID llegaba la pandemia de salud mental, y nos ha pillado desprevenidos, no estábamos preparados para hacerle frente. Primero, porque la sociedad no estaba preparada para pensar que sus proyectos ideales se pueden desbaratar en cualquier momento y no podemos asegurar cómo va a ser el futuro, ni nuestro futuro particular, ni nuestro futuro como sociedad. Lo segundo es que la situación es estresante. Un buen antídoto para la tristeza, la ansiedad en la sociedad, son las relaciones sociales y el apoyo cultural y de repente eso desapareció o se restringió mucho. Eso significó que la sociedad empeoró emocionalmente, los niveles de ansiedad y, en muchos casos, no se ha podido recuperar porque se han perdido hábitos.

¿Hay más pacientes ahora?

Hay más pacientes, la gente tiene más miedo al futuro, no se siente segura y, además, con respecto a la salud mental hay un problema gravísimo, endémico, que es la falta de profesionales, psicólogos y psiquiatras. Así como en otras especialidades médicas el déficit no es tan acusado, en psiquiatría, anestesia y medicina de familia existe un déficit de profesionales. El mayor problema que tenemos en nuestro servicio no es que no haya plazas, sino que tenemos plazas que están vacantes porque no encontramos ni psiquiatras ni psicólogos que estén en el paro para ocupar esas plazas.

¿Está llena la unidad de trastornos?

Una de las primeras cosas que notamos fue el ingreso de adolescentes con trastornos de conducta alimenticia y aumentó mucho, también de conductas autolesivas. Tuvimos que reajustar nuestras camas de trastorno alimentario y adolescentes.

Lo que ocurre ahora mismo tiene un lado bueno y es que se han roto tabúes de la enfermedad mental...

Uno de los mayores tabúes en la sociedad era el suicidio o que una persona necesite de tratamiento psiquiátrico. Hoy en día creo que, afortunadamente, se está abordando como un problema grave de salud pública, porque si se oculta, realmente, se oculta también para los recursos disponibles. El tema de la salud mental genera un gran sufrimiento, como la depresión o la ansiedad. En algunos casos no amenaza la vida, pero sí acorta y disminuye la calidad de vida.

¿Hay más intentos de suicidios?

Hay una publicación del Observatorio del Suicidio en España donde se ve que el suicidio aumenta año tras año y es un tema de especial relevancia y si alguien comete suicidio no es solo la persona que se suicida sino todo lo que se genera a su alrededor. No se contabiliza solo como una persona que ha muerto, sino todo el daño y la pérdida que supone en su entorno.