Así salvó Ciudad Real la Puerta de Toledo de su subasta

Rafael Cantero
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En la última década del siglo XIX, el Ministerio de Hacienda tomó el acuerdo de sacar a subasta la venta de las piedras que conformaban la muralla de Ciudad Real. El lote 3.496 incluía la piedra que contenía el conjunto de la Puerta de Toledo

Así salvó Ciudad Real su Puerta de Toledo de la subasta

En la última década del siglo XIX, el Ministerio de Hacienda tomó el acuerdo de sacar a subasta la venta de las piedras que conformaban la muralla de Ciudad Real. Con el fin de llevar a cabo dicha subasta, el terreno del perímetro de la muralla fue dividido en lotes identificados y numerados:el 3.496 incluía la piedra que contenía el conjunto de la Puerta de Toledo.

El Ayuntamiento de Ciudad Real, al tener conocimiento del hecho y con el fin de paralizar la subasta de la Puerta de Toledo, dirigió con fecha de 12 de febrero de 1891, dos escritos acompañados de un amplio informe de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos, al ministro de Fomento y a la Real Academia de la Historia, donde les informaba de la intención del Ministerio de Hacienda de enajenar la Puerta de Toledo. 

El Ayuntamiento de la ciudad entendió que la mejor forma de poner a salvo la Puerta de Toledo era que fuese declarada Monumento Nacional, por lo que inició los trámites necesarios para conseguir dicha declaración.

Así salvó Ciudad Real la Puerta de Toledo de su subastaAsí salvó Ciudad Real la Puerta de Toledo de su subasta - Foto: Rueda VillaverdeLa Real Academia de la Historia, presidida en esos momentos por Cánovas del Castillo, enterada de la pretendida subasta, dirigió un escrito al Ministerio de Fomento, en el que se explicaba que «las murallas de Ciudad Real, construidas bajo el reinado de su fundador Alfonso ‘El Sabio’ y restauradas en el siglo XV, debieran haber sido declaradas monumento histórico nacional, quedando de esta manera a salvo de todo acto vandálico y de una destrucción que hace tan poco honor a nuestra moderna cultura. Pero ya que no fueron oportunamente amparadas con aquella medida, y dado que su enajenación ya consumada, haya de reducir a escombros sus ciento treinta airosas torres y sus seis antiguas puertas, sálvese al menos la gallarda puerta del Norte que lleva el nombre de ‘Puerta de Toledo’, ejemplar precioso para la historia del arte, cuyos esbeltos arcos de herradura y cuya bóveda interior sobre trompas acreditan cuán en boga permanecieron entre los cristianos de los siglos XIII y XIV la arquitectura y los arquitectos musulmanes…». Concluía el escrito solicitando con la urgencia que el asunto reclamaba, su intervención para la paralización de la subasta y la declaración de Monumento Nacional, con lo cual se conseguiría que la Puerta de Toledo quedaría protegida y libre de todo riesgo.

Fueron numerosos los escritos que se cruzaron entre Fomento y Hacienda para que se dejase sin efecto la enajenación mediante subasta de la Puerta de Toledo. Al final, con la importante intervención de la Real Academia de la Historia, se consiguió paralizar la subasta de la piedra de la Puerta de Toledo, supeditando la preservación de la puerta, a que fuese declarada Monumento Nacional durante los siguientes diez años.

La tramitación del expediente de declaración de Monumento Nacional de la Puerta de Toledo se inició en 1891, basándose en un completísimo y fundamentado informe que elaboró Casimiro Piñera y Naredo, quien años después sería obispo de Ciudad Real, por encargo de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Ciudad Real. Después de un largo proceso, no exento de dificultades y contratiempos, por Real Orden de 4 de febrero de 1915, el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes procedió a la declaración de Monumento Nacional a la Puerta de Toledo, despejándose desde este momento el peligro de su destrucción y garantizando su pervivencia hasta el día de hoy.