Ocho en 70 metros, pero con patio

Patricia Vera
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La familia Vizcaíno Gigante tiene un tesoro: un pedacito de aire libre donde sus seis hijos, de entre cinco y 25 años, pueden desconectar

Ocho en 70 metros, pero con patio

Nuestros días están siendo bastante estresantes», afirma Gemma Gigante después de una semana de reclusión. Algo que podría compartir con la mayoría de los ciudadanos si no fuera porque Gemma encabeza una familia de ocho que vive en una parcela de 170 metros cuadrados en Daimiel, solo 70 de ellos habitables y el resto al aire libre. Germán Vizcaíno, que el viernes celebró un 50º cumpleaños atípicos, y Gemma Gigante tienen seis hijos de muy diversas edades, lo que hace que estos días sean de todo menos aburridos. Nazareth tiene 25 años y es estudiante, al igual que su hermano Francisco José, de 17; David, tiene 21 y está en paro; Jesús, de 9 años, Daniel, de 5, son los más agobiados por las tareas escolares. La pequeña de la familia se llama Elsa y tiene solo dos años. Apenas han fijado rutinas estos días: «Las únicas son los horarios de la comida, merienda y cena, lo demás es a demanda», asegura Gemma, visiblemente agobiada por la tarea escolar. «Día a día están obligados, sin dejar día de descanso ya que se acumula a veces con la del día siguiente», se queja esta ama de casa reconvertida, por arte y gracia del confinamiento, en profesora particular. «Es bastante estresante esta situación de estar encerrado, pero lo agravamos con las tareas», reconoce. La solución, sobre todo con los más pequeños, es «ponerlos a jugar para que desconecten». En ese caso, el patio es el gran aliado: «Juegan con sus bicicletas y patinetes y así vamos pasando los días», afirma, consciente de que un terreno al aire libre es todo un tesoro. En otros momentos, se divierten con juegos de mesa, llaman a familiares y hacen videollamadas con los amigos. «Y los peques con los compañeros de clase, se echan de menos», recuerda Gemma. Al menos están al cargo los dos adultos, puesto que el padre, Germán, transportista, está también confinado. Así son más fáciles las tareas de la casa, donde la higiene ahora es primordial: lavado frecuente de manos, ducha diaria y ropa limpia, además de ventilación por la mañana y al atardecer. Su contacto con el mundo exterior es la salida a comprar: «El que sale también se cambia de calzado y de ropa y pasa derecho a lavarse bien las manos», advierte. Fueron previsores y el viernes 13, primer día del encierro obligado, Gemma hizo la compra de toda la semana. «Y el padre está saliendo estos días a comprar el pan y si hay algo que se necesite». En todo este escenario, donde se combinan los diferentes gustos y necesidades, está el miedo al coronavirus que impregna todo, pero también la conciencia de que el confinamiento es lo más necesario. «Los grandes somos conscientes de lo que está pasando pero los peques no, así que les estamos diciendo que hay un bichito y que si salimos podemos contagiarnos y ponernos muy malitos», comenta Gemma, que asegura que ya echa de menos a la gente a la que quiere y que están deseando que esto pase para «juntarnos y celebrarlo». «Y compartir con ellos la inmensa alegría de que esto lo hemos superado», concluye.