Sonsoles Arnao

Tiempos de swing

Sonsoles Arnao


Esclavas

20/09/2021

 

En este momento en el que escribo o en el que lees, una mujer es comprada, vendida u obligada a prestar servicios sexuales a cambio de dinero u otra contraprestación. Hay conceptos que desterramos de nuestro vocabulario y los pensamos muy lejos en el tiempo y en el espacio. Pero son de aquí y de nuestros días. La esclavitud y la servidumbre fueron prácticas ilegalizadas en el derecho pero nunca abolidas de hecho. Se reinventan y disfrazan eufemísticamente cuando decimos trabajo forzoso, explotación sexual o víctima de trata. La OIT calcula que alrededor de cuarenta millones de personas son víctimas de la llamada esclavitud moderna. La que sucede en los tiempos de los mayores avances económicos y sociales para producir, sobrevivir y disfrutar; y a nuestro alrededor, de la que como sociedad nos servimos, directa o indirectamente. Por muchas luces de colores con las que lo envolvamos. En estas nuevas formas de esclavitud, la mayoría de las víctimas son mujeres y la mayoría de esclavistas son hombres. El impacto y la desigualdad de género son evidentes. Un sistema que opera bajo la trata de personas donde millones de mujeres, también hombres, y cada vez más niños y niñas, son retenidos contra su voluntad o abocados ante su extrema vulnerabilidad, a vivir bajo la servidumbre por deuda, amenaza y violencia. En trabajos agrícolas o textiles, para la mendicidad o delincuencia, matrimonios forzosos, extracción de órganos, y la más numerosa y extrema, la trata con fines de explotación sexual. Una esclavitud que hoy sustenta y define la realidad de la prostitución por mucho que se intente disociar por una minoría, que no puede justificar ni fundamentar la vulneración de los derechos humanos y la extrema violencia de género, que es el pan de cada día de la inmensa mayoría de mujeres en situación de prostitución.
Nuestra sexualidad, nuestros deseos, nuestros cuerpos, nuestro placer y la capacidad de dar vida, han sido en muchas culturas del mundo una amenaza para los hombres. Nuestro cuerpo como campo de batalla, territorio ocupado. Esta es la clave de las expresiones más salvajes de la violencia contra las mujeres, la deshumanización de nuestros cuerpos y nuestro yo, objetualizadas y cosificadas al extremo. Hay tres escenarios en los que esta deshumanización es más flagrante y clara. Uno como ficción y dos como cotidianos espacios en la vida de las mujeres. La pornografía, la violación y agresión sexual, y la violencia y el asesinato machista. Sería muy importante conocer en profundidad la relación que hay entre ellos y el impacto en la construcción de las relaciones afectivo-sexuales entre hombres y mujeres, sobre todo entre las más jóvenes. Ello ayudaría a comprender cómo es posible que no queramos ver o en el peor de los casos, normalicemos estas prácticas de esclavitud a nuestro alrededor. La trata de mujeres con fines de explotación sexual sirve a la demanda de consumo de prostitución y el sistema prostitucional se sirve de ello para mantener un negocio de ingentes beneficios y que vergonzosamente, lideramos como país en Europa. España es el tercer país del mundo en demanda de prostitución solo superado por Tailandia y Puerto Rico. Y los datos dicen que este consumo va aumentando y en edades cada vez más tempranas. El 23 de septiembre es el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas y durante esta semana, las organizaciones que trabajan estrechamente con este problema, aprovecharan para incidir en la sensibilización de esta realidad, para ponerle rostro, voz y cifras. Y para exigir esa prometida Ley Integral contra la Trata en nuestro país, sin ambigüedades y con dotación económica para que haya salidas estables y seguras para las mujeres víctimas. Es un buen momento para conocer esta realidad si eres de los que le cierra los ojos, para que reflexiones sobre ella si eres de los que la normalizas o para que cuestiones tu comportamiento, si eres de los que la consumes.