Antonio García-Cervigón

Buenos Días

Antonio García-Cervigón


Capitalizar valores de Nadal

01/02/2022

Hace algo más de un año escribí en este periódico un artículo con el título de 'Nadal el español inagotable', en el que explicaba que una vez concluido el Roland Garros que ganó en París la mayoría de los españoles nos sentíamos orgullosos de sus hazañas y gestas deportivas. En el texto añadía que el tenista había recibido de la firma deportiva Nike una camiseta para exhibirla ante el mundo en la que figuraba signada con caracteres chinos el siguiente lema deportivo: 'Cuanto más difícil es el rival, más dulce será la victoria'. Como detalle de cortesía está bien, pero la citada firma y sus potenciales clientes saben de sobra que la raza de nuestro compatriota ese reclamo lo lleva como bandera. 
Su victoria del pasado domingo fue épica y maravillosa. No se habla de otra cosa: Rafa Nadal conquista el Open de Australia y suma a su carrera deportiva el veintiún Grand Slam, que le convierte en el tenista más grande de la historia. Ha superado en victorias a sus compañeros Federer y Djokovic. 
Los relojes de España se pararon y lo mismo hicieron los de nuestras antípodas australianas. La que no se paró nunca, en ningún momento, fue la fe ciega que sienten la mayoría de nuestros compatriotas por el deportista mallorquín. Cinco horas y veinte minutos estuvieron pendientes de su gesta y hazaña conquistada. En algunos hogares se pasó el arroz y las idas y venidas del televisor a la cocina fueron constantes. Otros fueron más precavidos y prepararon viandas de picoteo para la ocasión. 
El ruso Medvedev ganó los dos primeros sets y el tercero ya lo tenía enfilado, para acabar rápido. Los grupos de WhatsApp se pasaban mensajes desoladores. El contrincante de Nadal se había mostrado intratable en sus primeros saques, que eran auténticos cañonazos. El flaco y espigado antagonista no daba tregua a nuestro compatriota. Pero la remontada apareció en el horizonte. Millones de mensajes se cruzaron durante el partido ¡ Vamoooos Rafa¡ La esperanza jugaba a nuestro favor,  pasito a pasito, juego a juego.
Cuando ganó el tercer set del partido la cosa se aclaraba bastante el panorama. Su oponente  bajó de ritmo frenético de sus primeros  saques y aparecían las exclamación: ¡Vamoooooos, vamoooos¡, que distribuían en todas  direcciones las redes sociales. El flacucho y alto tenista aligeraba sus juegos para aguantar la entereza de nuestro Rafa. Entonces sucedió que nuestro compatriota era el que se pegaba ahora al partido y cada uno de  los juegos almacenaba  horizontes de esperanza. En los hogares españoles, hasta la cocinera que, suele ser la reina del hogar, seguía el curso de las emociones con verdadero entusiasmo. 
Rafa ha sabido ganar y perder con el mismo talante. El pasado domingo cuando iba perdiendo ni un mal gesto, no se quejó de nada y no buscó tampoco ninguna excusa. Lo contrario que su compañero que tuvo contra los espectadores palabras insultantes, comunicadas al árbitro de silla. Ya lo hemos dicho en muchas ocasiones: Tenemos que capitalizar los valores de Rafa Nadal. Y en esas estamos.