Hoy es el día del ayuno voluntario que nos propone Manos Unidas para que en las cosquillas del estómago ya notemos el amor que tenemos que destilar por nuestros hermanos más necesitados. La Campaña contra el Hambre lleva creando conciencia de injusticia desde hace más de sesenta y tres años. 
Al final los datos se quedan en datos, pero no hay que dejar de decirlos. En esta pandemia se ha desencadenado la peor crisis laboral en más de noventa años. Se han perdido más de 255 millones de empleos y el hambre podría alcanzar a más de mil millones de personas en los próximos años. El número de personas viviendo en pobreza extrema alcanza los 745 millones.
Durante este fin de semana, en todas las parroquias e iglesias de nuestro país, el dinero que se recoja estará destinado a Manos Unidas para que pueda seguir realizando proyectos de desarrollo. Será más importante la sensibilidad que hay que seguir teniendo para no olvidarnos, para que la visibilidad de la pobreza y de la escasez siga abofeteando nuestra conciencia. A lo mejor, incluso, estamos un poco acostumbrados a que lleguen fechas y momentos así a lo largo del año. Acaso también podremos convivir con la cotidiana mirada de los que piden y exigen justicia y equidad en el reparto de la riqueza. Es tan grande la desproporción que dicen bastante mal de nuestro mundo. Se nos pide actuar, no solo rascarnos un bolsillo que, a la postre, puede ser un mero tranquilizador de conciencias.