El yacimiento arqueológico de La Motilla del Azuer, considerado el pozo de agua más antiguo de la Península Ibérica y situado en Daimiel, ha recibido casi 5.000 visitas en el primer semestre del año.
Así lo ha dado a conocer este martes a Efe la concejal de Turismo del Ayuntamiento de Daimiel, Lourdes Rodríguez de Guzmán, quien ha señalado que las cifras de este 2022 avalan el creciente interés por descubrir La Motilla del Azuer, un yacimiento que ha sido reconocido por la revista National Geographic entre los 30 más importantes de España, ocupando el séptimo lugar.
Lourdes Rodríguez ha comentado que los datos de visitas son "fabulosos" porque superan las cifras del primer semestre de 2019 en el que se contabilizaron 4.790 visitas y ha afirmado que las perspectivas en cuanto al número anual de visitas son muy buenas se están "vendiendo" muchas visitas de grupos, y en octubre y noviembre se pondrá en marcha la campaña para escolares" que este año llegarán de todo el país, especialmente de Extremadura, Andalucía y la Comunidad Valenciana.
Junto a estas visitas, también esperan las de mayores del Inserso a través de agencias específicas "que ya nos están contactando para concertar viajes organizados", y las visitas de particulares cuya demanda este año está siendo "muy superior a la de otros", por lo que es difícil encontrar plazas disponibles con menos de dos meses de antelación.
Por otro lado, la concejala de Turismo ha comentado que el Ayuntamiento se muestra especialmente satisfecho con la nota que los visitantes dan a su visita a este espacio único de la provincia de Ciudad Real, un 4,7 sobre 5.
A su juicio, esta puntuación "revela que las cosas se están haciendo bien y que el visitante que acude a La Motilla se marcha satisfecho de conocer este yacimiento arqueológico".
La Motilla del Azuer constituye el yacimiento más representativo de la Edad del Bronce en La Mancha (2200-1300 a.C.), dentro de una tipología de asentamiento único en la Prehistoria, las motillas, que reciben su nombre porque forman una elevación artificial dentro de un espacio circundante eminentemente llano.
Además se consideran monumentos excepcionales por su riqueza científica y por su escasez en número.
Se encuentra emplazado en la vega del río Azuer, controlando y explotando un territorio que permitía el acceso a recursos productivos básicos, como tierras potencialmente óptimas desde el punto de vista agropecuario, abastecimiento de agua captada del nivel freático, o el control de rutas naturales, vitales para los intercambios referidos a grupos prehistóricos.
El paisaje estaba constituido por encinas, quejigos, robles y alcornoques y arbustos como enebros, lentiscos, madroños y jaras, alternándose con campos de cultivo o espacios abiertos.
Las actuaciones arqueológicas realizadas en el yacimiento han permitido delimitar dos espacios diferenciados, el primero de ellos un recinto interior fortificado integrado por una serie de murallas concéntricas en torno a una torre central cuadrangular, que protegía un conjunto de estructuras donde se gestionaba y controlaba las actividades económicas del yacimiento.