Puede que el PP tenga un verso suelto -como ya lo fue con Mariano Rajoy- con su candidata número uno por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo, que se mostró ayer partidaria de unir fuerzas con Ciudadanos antes de las elecciones generales, aunque no especificó de qué manera se podría realizar esta suma. Así, señaló que esa es una cuestión «técnica», si se trata de adherir bloques en algunas circunscripciones o de presentar una lista común al Senado, pero tiene claro que las fuerzas de «la razón» tienen que ir «de la mano» para hacer frente común ante el desafío constitucional en España.

Yes que la madrileña consideró que el proceso independentista es «más grave» que el intento de golpe de Estado del 23-F porque «si un señor entra pegando tiros es más fácil de neutralizar que cuando salen muchas personas en una supuesta legítima votación diciendo que democracia es votar».

Además, defendió su derecho a presentarse por Barcelona, aunque no hable catalán, frente a la «profunda xenofobia» de los independentistas y su «proyecto de extranjería» de convertir a los no nacionalistas en extranjeros. De este modo, replicó a las críticas que en ese sentido le lanzó la ministra Meritxell Batet, recordándole que ella, que es catalana, fue en las listas de Madrid y a nadie le pareció «extravagante ni estrafalario». 

Poco después de estas declaraciones, el presidente del PP, Pablo Casado, sostuvo que, pese a que su partido «puede llegar a acuerdos coyunturales siempre que estén negro sobre blanco y se cumplan», tiene «su propia hoja de ruta» y «no es ni Ciudadanos ni Vox».

Una vez más, recalcó que esas dos formaciones deben «reflexionar si son útiles y responsables», máxime cuando «con la mitad de sus votos no va a conseguir escaño, sobre todo, en las circunscripciones pequeñas», lo cual favorece, a su juicio, al PSOE, Podemos y los bloques independentistas.  

Además, el palentino señaló que los partidos de Albert Rivera y Santiago Abascal «no tienen ninguna experiencia de gestión y les sale gratis opinar».