"Este viaje ha sido emocionalmente más duro"

M. E.
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La expedición solidaria que partió desde Pozuelo con ayuda humanitaria para las víctimas de la guerra en Ucrania regresó este fin de semana con 32 personas

Algunos de los residentes en el orfanato de Rumanía. - Foto: LT

La segunda expedición solidaria que partía la pasada semana desde Pozuelo de Calatrava regresó a Ciudad Real después de vivir una nueva aventura que sus integrantes no olvidarán jamás. Las nueve furgonetas que lo integraban transportaron unas 13 toneladas de material humanitario, que finalmente entregaron a una organización en Rumanía, en la frontera sur de Ucrania, que se encargará de intrudicirlo en el país en conflicto. Uno de los integrantes de este grupo de conductores es Francisco Javier Ruiz, quien ya de vuelta, reconoce que "este viaje ha sido emocionalmente más duro".

Parte de este material de ayuda, recogido gracias a la solidaridad de los ciudadrealeños, lo llevaron a un orfanato en Oradea que tenía más de 30 niños ucranianos y 15 rumanos, a los que entregaron comida, ropa y unos regalos. Después, los nueve vehículos regresaban con 32 personas afectadas por la invasión rusa, que se quedaron a lo largo del viaje en varios puntos de España, en manos de ONG u organizaciones especializadas en ayudar a este tipo de refugiados.

"Estar y convivir con gente durante tanto tiempo, que te cuenta historias, y ves el sufrimiento en sus caras, lo ha hecho más duro emocionalmente. Toda la ayuda que podemos darles durante el viaje es poca, ver las caras de los niños, en el orfanato cuando les entregamos los regalos, sacarles esa sonrisa aunque sea durante cinco minutos. Sabemos que no es nada pero significa mucho en sus caras, y no tiene precio ese momento después de tanta pena que han pasado y están pasando, fuera de sus hogares", relataba a este periódico Javier Ruiz, que ya está pensando en realizar un nuevo viaje para entregar más material y dinero en el orfanato, "y llevar un furgón lleno de juguetes".

"Este viaje ha sido emocionalmente más duro"

En su coche, Javier Ruiz se trajo a una madre y un niño de la ciudad ucraniana de Jarkov, "y sus caras después de estar más de tres días seguidos en un búnker solo expresaban alegría al traerlos a España. En la madre también había dolor y angustia por dejar a su marido luchando, intentando hablar cada pocas horas con él, y mientras dormía en la furgoneta daba sobresaltos en medio de la noche", relataba conmovido este vecino de Pozuelo.