El futuro del vino pasa por ser 'ambientalmente responsable'

C.S.Rubio
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El Plan estratégico del vino plantea la viticultura ecológica como una alternativa viable al modelo tradicional que se practica enEuropa. En este sentido, propone convertir esta etiqueta 'eco' en el eje de la nueva imagen del vino regional

El futuro del vino pasa por ser ’ambientalmente responsable’ - Foto: Rueda Villaverde

El cambio climático es un hecho y la lucha contra él puede convertirse en una oportunidad estratégica para el vino en Castilla-La Mancha. Así por lo menos lo asegura el plan elaborado por la Junta de Comunidades para este sector, en colaboración con la universidad regional.

Según plantea este documento, Castilla-La Mancha tiene en estos momentos opciones de abrir una brecha en el mercado del vino, «ganar márgenes de credibilidad» y «posicionarse diferencialmente en los escaparates internacionales e interno» ¿Cómo? Vinculando su producto con la etiqueta «ambientalmente responsable» y a los valores positivos de «natural» y «sostenible».

Un «lema» que estaría especialmente dirigido a los nuevos consumidores millennials y a las mujeres. Colectivos, a juicio de este estudio, «muy concienciados en el plano ambiental».

- Foto: Luis López AraicoEn este plan estratégico se insiste en la necesidad de articular «una imagen compacta y consistente» del vino castellano-manchego, especialmente en el ámbito online. Y aunque no propone medidas concretas, sí esboza propuestas para ganar puntos ‘eco’, como la de establecer «un innovador escenario» para calcular la huella ecológica del cultivo de la uva y de la producción del vino, o el diseño de programas de «mitigación-compensación» de esta ‘huella’ de CO2 que deja este producto a su paso.

En esta misma línea, también se prevén iniciativas como la de buscar las variedades más adaptadas al cambio climático o la de revisar las «compatibilidad agrónoma» de los portainjertos vitícolas.

El agua juega en este sentido un papel muy importante en el futuro del sector del vino. O, mejor dicho, su escasez. Lo que propone ya este plan es «diseñar modelos de comportamiento del viñedo en condiciones de disponibilidad hídrica reducida o limitada» y la evaluación de los «impactos» y el «coste energético» del riego.

Y es que no hay que olvidar que en regiones de secano como Castilla-La Mancha, cultivos permanentes como el almendro, el olivo o la vid y son, en muchos casos, el único «espacio verde» cultivado en determinadas épocas del año, convirtiendo su cubierta vegetal en «un elemento de primera necesidad» contra la desertización de la zona.

Otra idea novedosa que se incluye en este documento es la de crear «mercados voluntarios de intercambio», si bien no está lo suficientemente desarrollada. Esta iniciativa nacería del concepto de Mercados Voluntarios de Carbono (MVC), creados por ciudadanos particulares y ONG fundamentalmente, con el compromiso de ‘compensar’ con actividades ecológicamente sostenibles las emisiones de CO2 de los países en desarrollo.

Todo ello con el objetivo añadido de vincular este compromiso ambiental «a la imagen y al marketing» del vino en la región. La propuesta que se esboza en este plan es algo así como la de crear un lema que diga que «el vino manchego, el mayor productor mundial de vino, es social y ambientalmente responsable y se posiciona a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático».

Sin olvidar, claro está, el valor específico que ya tiene la viticultura ecológica en la región. Es decir, aquella que se elabora sin la utilización de pesticidas o abonos químicos.

Como apunta este documento, Castilla-La Mancha debe potenciar el desarrollo de esta viticultura ecológica como «sello de calidad», especialmente en el mercado europeo.

En estos momentos, tienen la calificación de ‘ecológicas’ en torno a 50.000 hectáreas de viñedo en la región, lo que convierte a Castilla-La Mancha en «la primera superficie vitivinícola ecológica del mundo». Algo que, a juicio de la Junta, «debe ser especialmente apoyado en el ámbito del Plan de Desarrollo Rural (PDR) y de la Futura Reforma de la Política Agraria Común post-2020».

 En este punto, se insiste en ver los cambios del marco regulatorio del sector agrario -básicamente la ya citada reforma de la PAC- como una oportunidad de «cimentar» nuevas vías de ingresos para las rentas agrarias. Especialmente si, como se dice en este documento, se aprueba la propuesta de establecer Planes Territoriales Feaga.

En este caso concreto, el vino y los agentes implicados en su producción deberán definir una nueva estrategia tanto económica como ambiental y social. Es decir, plantear el negocio también desde el punto de vista de la ya citada lucha contra el cambio climático y la conservación del paisaje, o de la generación de empleo en el medio rural y la lucha contra el despoblamiento.

Relacionado con esto está la apuesta que también plantea este plan de potenciar las cooperativas y, sobre todo, profesonalizarlas. A juicio de los expertos que han participado en la elaboración de este documento, una profesionalización empresarial de estas cooperativas daría un mayor peso específico al productor dentro de la cadena de la comercialización. Sin perder vista tampoco el bien en sí mismo que suponen estas cooperativas como elementos asociados al desarrollo rural y la sostenibilidad.

Es por ello que se insiste en la idea de acelerar los procesos de integración y fusión de cooperativas, puestos en marcha en los últimos años, especialmente en el plano logístico y comercial.

Eso sí, sin olvidar la necesidad de crear una interprofesional del vino a la manera que ya existen en otros ámbitos como el del aceite. Desde este documento se postula usar la actual Fundación Tierra de Viñedos, actualmente bastante devaluada, como «germen» de esta futura interprofesional.

Y sin perder de vista tampoco la necesaria lucha contra el fraude, que en los últimos años han dejado casi una veintena de bodegas sancionadas por prácticas ilegales como la chaptalización (añadir azúcar la vino para aumentar su graduación). En este sentido, el documento promovido por la Junta plantea una nueva reforma de la Ley de la Viña y el Vino, en el que se incluya el plan de trazabilidad puesto en marcha hace un par de vendimias por el Ejecutivo. ¿El objetivo? Reforzar y profundizar la lucha contra estos fraudes de cara a 2025, fecha marcada por este plan como horizonte final para obtener, entre otros logros, una facturación global del sector de 2.500 millones y un margen de exportaciones de en torno a los 1.000 millones. Se verá.