Editorial

El caso del espionaje complica la relación entre Sánchez y sus socios

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No está afinando demasiado Pedro Sánchez en su relación con los socios de investidura las últimas semanas. Aún es pronto para saber si es porque el presidente lo fía todo a la llegada de los fondos europeos, para propiciar una recuperación económica que, aunque cada día se desvanece más, sí puede apaciguar el resto de complicaciones emergentes, o porque cree que ya está agotada la legislatura y está pensando en la convocatoria de unas elecciones generales, para lo que necesita comenzar a marcar distancia con quienes hasta ahora le han mantenido en el poder. 

El caso es que de un tiempo a esta parte, las diferencias con su principal socio, Unidas Podemos, y con el resto de los compañeros de viaje (ERC, EH Bildu, JxCAT, PNV, PDeCAT, Cup, Más País, Compromís y BNG) se están enturbiando hasta límites peligrosos, poniéndose en duda desde varios frentes la continuidad de la legislatura. El último desencuentro viene a cuenta del caso de espionaje a través del malware Pegasus, un software que sólo pueden adquirir los gobiernos, sobre líderes políticos, activistas, abogados, periodistas, instituciones... 

No en vano, Unidas Podemos ha realizado dos gestos muy llamativos. Por un lado, ya se ha sumado a los partidos independentistas y a los que apoyaron la investidura en su petición de una comisión de investigación en el Congreso para aclarar el supuesto espionaje a más de 60 políticos soberanistas a través del sistema Pegasus y, por otro lado, ha redoblado sus exigencias al titular de Interior para que aporte explicaciones. Más allá van los secesionistas, que han puesto sobre la mesa una congelación de las relaciones con el Gobierno central, llegando a pedir la dimisión de Grande Marlaska, o la de la ministra de Defensa, Margarita Robles, que se ha apresurado en responder con una larga cambiada, apelando a la legislación vigente para evitar aclarar si el CNI espió a los independentistas. 

Parece claro que esta situación se le está haciendo cada día más insostenible a Pedro Sánchez, llevando la tensión de la cuerda hasta su límite. Y todo esto ocurre mientras el principal partido de la oposición sigue recuperándose tras la llegada de Núñez Feijóo, quien lanza propuestas que parecen encajar a modo de paz social, incluso recomponiendo las relaciones con los sindicatos, lo que profundiza en la crisis que habrá de soportar el Gobierno los próximos meses. 

Más allá de estrategias, Pedro Sánchez se encuentra en una situación comprometida que puede seguir dinamitando la conexión con el votante, y se podrá ver en el primer test, que será Andalucía.