Juan José Laborda

RUMBOS EN LA CARTA

Juan José Laborda

Historiador y periodista. Expresidente del Senado


Volver a Octavio Paz

24/10/2021

He vuelto a leer a Octavio Paz (1914-1998), sus escritos sobre política, contenidos en su famosa obra El laberinto de la soledad (1950) -y sus posteriores apéndices: Postdata. Crítica de la pirámide (1970)- por una doble causa: primera, porque se ha producido una polémica sobre el descubrimiento y colonización de México, entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y dirigentes partidarios españoles; y segunda, porque hace muchos años, Octavio Paz había abordado el pasado de México, y superando la visión nacionalista de escritores de las dos orillas del Atlántico, el gran intelectual mexicano -premios Nobel, Cervantes y Príncipe de Asturias-, demostró con sus estudios que la realidad histórica mexicana, desde Hernán Cortés hasta la Independencia, y hasta nuestros días, en absoluto se puede comprender con simplificaciones como las de la reciente polémica; lo triste de todo esto es que la polémica de hoy resucita versiones que creíamos enterradas como vestigios de una superada época de supersticiones culturales.
En el prólogo de sus obras completas de 1992, Octavio Paz se vale de una cita de un clásico para combatir el error de los juicios anacrónicos: Al comenzar sus comentarios sobre la Constitución romana -escribe Paz-, Polibio dice: «Es imposible formular un juicio válido, en bien o en mal, sobre cualquier hecho histórico si no se tiene en cuenta el momento en que se produce. Si la situación cambia, los juicios de los historiadores, por más penetrantes y justos que parezcan, resultan desatinos inadmisibles». 
Partiendo del hecho universal del descubrimiento y colonización de ese continente, Octavio Paz subraya la importancia de tres factores: la impronta del Renacimiento europeo, como cultura y civilización, que está detrás de la presencia de los españoles en América; el factor religioso, pues el catolicismo, y la Iglesia española, integró en un orden jurídico (las Leyes de Indias), y religioso, a los miembros de aquella sociedad, desde los españoles, los criollos, los mestizos y los de origen americano (en menor grado, incluso los esclavos africanos); y finalmente, la Monarquía hispánica, que hizo presente, en aquellos inmensos territorios, un Estado organizado, con sus leyes, jueces, burócratas, notarios, maestros, militares, artistas, artesanos, catastro, aduanas, cárceles, universidades, puertos, carreteras, imprentas, teatros, y un amplio etcétera.
Voy a copiar unos párrafos de Octavio Paz en los que se puede comprobar su visión compleja de la relación de España con México (y con la América hispánica), más que nada para animar a que se lea a este genio de nuestro idioma.
Sobre la conquista de México: La llegada de los españoles parece una liberación a los pueblos sometidos por los aztecas. Las diversas ciudades-Estado se alían a los conquistadores o contemplan con indiferencia, cuando no con alegría, la caída de cada uno de sus rivales y en particular del más poderoso:Tenochtitlan…
¿Por qué cede Moctezuma? ¿Por qué se siente extrañamente fascinado por los españoles y experimenta ante ellos un vértigo que no es exagerado -el vértigo lúcido del suicida ante el abismo? Los dioses lo han abandonado. La gran traición con que comienza la historia de México no es la de los tlaxcaltecas, ni la de Moctezuma y su grupo, sino la de los dioses. Ningún otro pueblo se ha sentido tan totalmente desamparado como se sintió la nación azteca ante los avisos, profecías y signos que anunciaban su caída…
En suma, la Conquista de México es un hecho histórico en el que intervienen muchas y muy diversas circunstancias, pero se olvida con frecuencia la que me parece más significativa: el suicidio del pueblo azteca. 
Y sobre la síntesis cultural de México y España: Toda vuelta a la tradición lleva a reconocer que somos parte de la tradición universal de España, la única que podemos aceptar y continuar los hispanoamericanos. Hay dos Españas: la cerrada al mundo, y la España abierta, la heterodoxa, que rompe su cárcel por respirar el aire libre del espíritu. Esta última es la nuestra. La otra, la castiza y medieval, ni nos dio el ser ni nos descubrió, y toda nuestra historia, como parte de la de los españoles, ha sido lucha contra ella. Ahora bien, la tradición universal de España en América consiste, sobre todo, en concebir el continente como una unidad superior, según se ha visto. Por lo tanto, volver a la tradición española no tiene otro sentido que volver a la unidad de Hispanoamérica.