"El estrés es una de las grandes enfermedades del siglo XXI"

JAVIER M. FAYA (SPC)
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Escuchar a un conferenciante de la talla de este madrileño, que se encuentra entre los 100 mejores de España, es pura adrenalina. De eso pueden hablar miles de directivos con los que ha colaborado este psicólogo del trabajo

"El estrés es una de las grandes enfermedades del siglo XXI" - Foto: Alfredo Urdaci

Con 25 años de experiencia como gestor de Recursos Humanos en multinacionales como Kraft o Coca Cola, el vídeo de Jose Miguel Sánchez (www.jmiguelsanchez.com) sobre su experiencia en Nestlé doblando cajas causó furor en la red. Una de las claves del éxito de este profesor del IE Business radica en el carácter ameno que imprime en sus conferencias y en sus dos libros, Poderoso como un niño y La experiencia de resetearse; toda una inspiración para trabajadores y jefes, que tienen el sacrosanto deber de sacar lo mejor de ellos porque «las personas llevan la motivación dentro de sí mismas».   

Usted habla del poder de los niños, pero siempre los vemos como débiles.

Sí, son débiles si nos fijamos en su fuerza física, pero si atendemos a su fuerza psicológica son mucho más fuertes que la mayoría de los adultos. Las razones; son muy creativos, no tienen miedo a casi nada, se atreven con todo, gestionan bien los errores,

aprenden muy rápido...

¿Qué es el liderazgo?

Para mí, el liderazgo es la capacidad de inspirar a otros a hacer algo que voluntariamente quieren hacer, incluso si no se lo han llegado a plantear.

¿Cómo se ejerce?

Hay diferentes tipos de liderazgo, pero desde mi punto de vista, el liderazgo debe estar basado en la influencia positiva a través de la empatía. Hace años el jefe o directivo lideraba de una manera “x” y el resto del equipo tenía que adaptarse a él. Hoy en día esto ya no vale. Ahora, es el directivo o jefe quien tiene que ser capaz de empatizar con cada uno de los miembros de su equipo y, a partir de ahí adaptar su estilo de liderazgo a las necesidades de cada uno de ellos para obtener su mejor versión.

¿Cuánto daño puede hacer un mal líder o un jefe tóxico?

No sabría cuantificarlo, pero si pensamos que estudios realizados en empresas europeas hablan de que más del 75% de las personas que abandonan voluntariamente un puesto de trabajo es por razones relacionadas con el inmediato superior, nos podemos hacer una idea aproximada. Si a lo anterior le sumamos ratios de absentismo relacionados con entornos donde las personas no pueden dar lo mejor de sí mismos, yo diría que tener un mal líder o un jefe tóxico no es la mejor inversión para una organización.

¿Predica usted con el ejemplo?

Sin duda. Al primero que trato de liderar bien es a mí mismo, porque soy un firme creyente de que el liderazgo de otros comienza en el auto liderazgo y, por supuesto, a las personas con las que trabajo. Al final, se trata de crear un entorno favorable para que el resto de personas puedan dar lo mejor de sí mismas.

¿Cómo se motiva a los empleados?

Mi primera respuesta sería que las personas llevan la motivación dentro de sí mismas. Dicho esto, los líderes tienen que tratar, sobre todo, de no desmotivar a sus equipos. Y lo más importante, conocer qué es lo que le motiva a cada uno de sus colaboradores y

generar un entorno que les ayude a conseguir aquello que les motiva. De nuevo, un entorno que fomente el humanismo, es decir, que ponga a la persona primero, será más motivador que uno donde el control y la desconfianza sean la nota común.

¿Se puede ser un buen líder si se es mala persona?

Se pueden conseguir resultados. De hecho, yo he trabajado con personas muy duras y que causaban sufrimiento a sus colaboradores y que ostentaban puestos de mucha responsabilidad. ¿Por qué seguían en esas compañías? Probablemente porque conseguían excelentes resultados gracias a la gestión de clientes y/o mercados y, para dichas organizaciones, eso era más importante que la elevada rotación de los equipos.

Conozco a un tipo que lleva 10 años poniendo tornillos en el mismo lugar de la cadena de montaje y no le cambian ni a gritos... ¿Qué le digo?

Que si le gusta lo que hace, que siga haciéndolo. Si no le gusta, que comience a indagar qué se necesita dentro de su compañía para progresar. Una vez que lo sepa, que se prepare y se forme para que cuando haya una oportunidad aumenten sus posibilidades de aprovecharla. Si esto no ocurre, esa preparación le hará más empleable en el mercado.

Convénzame en pocas palabras para que me compre sus dos libros. ¿Qué pretende con cada uno de ellos?

No me gusta convencer a las personas para que compren mis libros, al igual que no me gustaría que otro autor tratara de hacerlo conmigo. Dicho esto, déjame que te cuente de qué trato en cada uno de ellos. En el primero, Poderoso como un niño, cuento la historia de un director general que está pasando por problemas en su organización y, trabajando con una mentora, tratan de solucionarlos aplicando muchas de las habilidades que tienen los niños.

En el segundo, La experiencia de resetearse, enseño a las personas cómo salir de temas como el estrés, la adversidad, los cambios continuos, etc. Todo ello, a través de utilizar una serie de herramientas de la Psicología del Trabajo y del Deporte, para generar una serie de habilidades, entre las que se encuentran la construcción de un perfil resiliente, trabajar con optimismo, el uso de mindfulness, la gestión de los pensamientos y de tu propia comunicación no verbal, etcétera.

¿Qué diferencia hay entre un telepredicador, un cura, un psicólogo, un político y usted?

Solo puedo decirte que yo estudié ocho años de Psicología: cinco años de Psicología del Trabajo, uno de doctorado y dos de Psicología del Deporte. A todo esto, le sumaría más de 3.000 horas de coaching ejecutivo, 26 años de experiencia en comportamiento Organizacional y profesor de una de las mejores escuelas de negocios del mundo. Me puedo imaginar qué hacen los demás, pero debo decir que yo me considero un profesional de la Psicología que trabaja con sus clientes en conseguir aquellos objetivos que se plantean dentro de las organizaciones. La mayor parte de las veces, mis clientes son profesionales senior a los que tengo que aportar algo diferente para conseguir de verdad influirles positivamente en su trabajo.

Insiste una y otra vez en que hay que resetearse... ¿cuándo se cayó usted del caballo?

Realmente nunca, aunque mi hija mayor me ayudó el día que junto al regalo del día del padre, escribió por primera vez, de su puño y letra, la tarjeta que acompañaba a dicho regalo. En ella decía lo siguiente: "Para el mejor padre del mundo, aunque a veces se enfada”. Ese día me di cuenta que yo también necesitaba resetearme para volver a ser poderoso como cuando fui niño.

Una empresa le llama, usted da una charla hablando de la cultura empresarial a unos 20 directivos... ¿Qué es eso de la cultura empresarial?

La cultura empresarial se refiere a la forma en la que se hacen las cosas en una determinada compañía. Dicho con otras palabras, aquellos comportamientos que nos definen dentro de la organización y que normalmente están basados en los valores que prevalecen entre los miembros que la componen.

Y tras esa charla obra el milagro y los que le escuchan venden más, se organizan mejor y hacen ganar más dinero a la empresa, ¿no?

Con una conferencia de 1 hora de duración no hay milagros. Lo que se consigue es que se encienda una llama en las personas que asisten. Si esta llama se trabaja en el día a día, puede llevar a que se consigan resultados aún mayores. Muchas veces, se trata de motivar a las personas a empezar a andar y, una buena conferencia, puede conseguir eso, sin duda. Lo mejor de las conferencias es que llegas a muchas personas a la vez. Si además quieres profundizar en algunos temas, lo mejor es continuar haciendo formaciones y talleres a grupos más pequeños como seguimiento de lo tratado en la conferencia.

¿De qué temas le gusta a usted hablar más?

Sobre todo de la gestión del estrés. Creo que es una de las principales enfermedades del siglo XXI y que está provocando mucho sufrimiento en demasiadas personas. También me gusta hablar de cómo gestionar los cambios para salir indemne de ellos y, como no

podía ser de otra forma, imparto conferencias y talleres sobre cómo comenzar a resetearte.

Está entre los 100 mejores conferenciantes de España. Tiene su mérito, porque parece que proliferan como setas. ¿Por qué? ¿Tanto necesitamos que nos motiven?

Creo que en una pregunta anterior ya contesté, en cierto modo, a ello. De todas formas, llamamos conferencia a muchas cosas que no lo son. Creo que dar una buena conferencia y movilizar a un auditorio a la acción es un arte que conlleva muchos años de trabajo y conocimiento para poder conseguir que tus clientes, no solo te contraten, sino que además repitan con asiduidad.

¿Cómo me reseteo? ¿Buscando un talento que desconozco?

Primero identificando qué no está bien en tu vida, después identificando las causas que te llevaron ahí. A continuación, indaga en los pensamientos que alimentan que sigas en un sitio en el que no quieres estar. Y, tras tomar conciencia de ello, ponerte en marcha y comenzar a hacer acciones diferentes a las que te han situado en ese lugar. Dicho de otro modo, nuevas acciones crearán nuevos circuitos neuronales que, en definitiva, se convertirán en nuevos hábitos. Resetearse es crear nuevos hábitos o volver a poner en marcha algunos que ya estuvieron con nosotros en otra etapa de nuestra vida.

¿Resetearse puede implicar divorciarse? Porque cualquiera diría que resetearse tiene únicamente una implicación profesional.

Resetearse aplica a cualquier ámbito de la vida, el de la pareja también. Divorciarse es una opción para cualquier persona, desde mi modesta opinión, puede implicar resetearse o no, depende de si el divorcio te llevará a una vida completamente nueva o no.

¿En quién o en qué se inspira para sus conferencias?

Al principio en mis hijos, últimamente en todo lo que vivo con mis clientes y, por supuesto, en mis propias vivencias y formaciones continuas a las que sigo asistiendo para seguir aprendiendo. Creo firmemente que para hablar de algo y tratar de transmitirlo con credibilidad, tienes que ser congruente. Es decir, cuando hablo de herramientas, técnicas o posibilidades nuevas en mis conferencias, siempre las he probado en mí mismo o en los demás y, cuando las transmito, lo suelo hacer con mucha fuerza porque las he visto funcionar antes en seres humanos iguales a los que vienen a mis charlas. Si a lo anterior le añadimos que soy un apasionado de mi trabajo y de mi profesión, la inspiración es una consecuencia casi automática para mí.