El Corral de Comedias será de nuevo el protagonista sobre el que todo el mundo del teatro posará sus ojos este jueves. «Tras dos años difíciles» en los que el Festival Internacional de Teatro Clásico tuvo que dejar su espacio inaugural, para ganar en aforo, la 45 edición regresa a su cuna, al lugar desde el que nació, y en el que estará hoy el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, para dar el premio Corral de Comedias a Lluís Pasqual. «Creo que sentiremos una emoción muy grande todos de volver al Corral», dijo el director del festival, Ignacio García, quien recordó que en ese escenario, del que este año se cumplen 70 de su inauguración, es donde «tiene sentido» entregar un premio a uno de los grandes de la escena «por lo que simboliza como espacio de la cultura, de los clásicos y del patrimonio» así como por convertirse en «un cruce de caminos de todos los que amamos el teatro sobre textos clásicos». «Volver al Corral va a transmitir a la gente la ilusión que siempre ha habido por celebrar el festival juntos», señaló García.

García recordó que más allá de la entrega del premio, esta edición del festival es la de la «emoción, la felicidad y el entusiasmo» por ver teatro y por compartirlo, con los aforos al 100% y con un espectáculo de calle, abierto para todo el público, que se recupera tras este tiempo, en que se ha celebrado Almagro de una forma algo más comedida. La intención, señaló García, es que «la ceremonia inaugural sea una fiesta desde la que lanzar toda la programación, tan compleja, tan variada, tan feminista, tan americanista, tan plural, y plurilingüe que tenemos para este año».

De esta primera jornada, el director confía en que Lluís Pasqual se sienta «querido y reconocido», porque el premio, dijo, es una muestra de cómo el mundo del teatro valora «todo lo que ha hecho por los clásicos», sobre todo por aspectos como la renovación del repertorio, la mirada lorquiana y la constitución de un espacio teatral que no existía «cuando él llegó al Lliure y al Centro Dramático Nacional». La intención es entregar un gran reconocimiento por su «rigor y lucidez», a la hora de haber incorporado nuevos lenguajes de la escena, desde el respeto y desde el conocimiento.

Después llegarán cuatro semanas, en las que el festival puede convertirse en un elemento más que haga olvidar el recogimiento de los meses de pandemia. Se trata de un aporte «espiritual, haciendo que la gente sienta que puede ver las comedias y los dramas como siempre, con un espectador al lado, disfrutando de esa cotidianidad del ocio y de la cultura». También, explicó, hay un aporte material y económico que es clave para Almagro y para toda la comarca, «que tanto necesita que el festival atraiga a la gente» y que los hoteles, restaurantes y tiendas «puedan hacer su actividad de una manera lo más normalizada».

En esa normalización, no habrá necesidad de llevar mascarilla en los espectáculos, «la decisión final es de los espectadores», señaló el director, quien recordó que «una de las grandes ventajas de Almagro es que la mayoría de los espectáculos se ven en espacios al aire libre y con buena ventilación». Además, García cree que en el imaginario aún queda lo que se ha aprendido en estos dos años de distancia, como puede ser que no haya agrupamientos en las filas al entrar, que se deje espacio para la salida y se respeten los turnos, en definitiva la conciencia que se ha creado de «respeto por el espacio del otro». «Almagro ha sido ejemplo para todo el país de cómo el público es respetuoso, cumple las reglas y protege a los demás y convive con los demás» y es que, en estos dos años, Almagro ha sido uno de los pocos eventos culturales que no ha parado, ni siquiera en 2020, cuando tras el confinamiento parecía imposible que se pudiera celebrar un evento tan importante para el mundo de la cultura.