La fórmula de la vida

Manuel Espadas
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Roberto Piriz, director del INEI de Ciudad Real, cree esencial para el futuro de la humanidad el reciente anuncio científico en Estados Unidos sobre el logro de la ganancia neta de energía

Roberto Piriz realiza para ‘La Tribuna’ una explicación gráfica del hallazgo científico anunciado en Estados Unidos. - Foto: Rueda Villaverde

El anhelo del hombre de conseguir una fuente de energía limpia, barata e inagotable está mucho más cerca de convertirse en realidad. El hallazgo del grupo de científicos del laboratorio Lawrence Livermore presentado esta semana en Estados Unidos ha dado la vuelta al mundo entre los elogios de la comunidad científica, que ha catalogado este logro como el más importante del siglo y un hecho que quedará plasmado en los libros de Historia. Y es que, después de décadas de investigación, se ha conseguido provocar una fusión nuclear capaz de generar una ganancia neta de energía, o dicho de otro modo, que produce más energía de la que consume. Concretamente, la ganancia obtenida es del 50%, logrando generar tres megajulios de energía empleando solo dos.

Energía, además, limpia, no contaminante y sin huella de carbono, como sí la tienen las que provienen del petróleo y el carbón, y que tampoco deja residuos radiactivos, como la de las centrales nucleares, y con menor necesidad de recursos que otras energías limpias como la solar o la eólica. 

Este hito científico ha revolucionado también el día a día del Instituto de Investigaciones y Aplicaciones Industriales del Campus de Ciudad Real, cuya una de sus líneas de trabajo es precisamente la fusión termonuclear y plasmas. Su director, Roberto Piriz, tampoco escatima elogios sobre el alcance de este logro científico: «Es imposible ignorar la importancia de este descubrimiento. Es una gran noticia». Es más, no le cabe la menor duda de que este grupo de investigadores será distinguido con el próximo Premio Nobel de la ciencia.

Roberto Piriz, director del INEI.Roberto Piriz, director del INEI. - Foto: Rueda VillaverdeEl laboratorio Livermore, una infraestructura militar perteneciente a la Instalación Nacional de Ignición (NIF) de Estados Unidos, posee el láser más grande del mundo, que los científicos han dirigido a una diminuta bola de plasma de hidrógeno, consiguiendo simular las explosiones del armamento nuclear. En concreto, fueron 192 haces de láser los que lograron concentrar en un punto de dimensiones similares a un grano de pimienta, consiguiendo una implosión generadora de energía.

A Piriz, catedrático de Mecánica de Fluidos y que lleva estudiando la 'fusión por confinamiento inercial' desde hace más de 40 años, le asiste el aval del conocimiento y la experiencia para poner en valor el alcance de un descubrimiento para la humanidad «tremendo», después de perseguirlo durante seis décadas. Es el «santo grial» de una investigación que se iniciaba hace 60 años y, a su entender, se trata, nada menos, que del inicio del camino hacia la supervivencia de la humanidad en la tierra. «Es, a corto o a largo plazo, la única solución que tenemos si queremos sobrevivir como especie», sentencia Roberto Piriz, que cree que con las actuales energías renovables «no vamos a ninguna parte» a largo plazo.

Más investigación... y voluntad política

Sin atenuar un ápice la trascendencia del logro del equipo de Livermore, Piriz advierte que este hallazgo es solo el principio de un largo camino investigador que aún queda por delante, antes de conseguir la construcción del primer reactor capaz de generar energía con ganancia neta. Además, haría falta «voluntad política» para dirigir esfuerzos y recursos de toda la comunidad internacional hacia la línea de la fusión inercial, en detrimento de la magnética, por la que lleva años apostando Europa, cuestión ante la que se muestra escéptico.