Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


El renacer de Javier Lostalé

30/06/2022

Escribo porque me salva, porque es lo único que me queda, porque fija un sonido, unas luces, el final de un acto de amor, el escenario de unas horas de deseo. Escribo porque están conmigo los que ya nunca estarán…».
No sé cuántas veces leí estas palabras. Y en esa sencillez tan profunda imaginé ver también los ojos de su autor, de Javier Lostalé. Es una hermosa confesión incluida en su libro Lector cómplice (Athenaica). Una pequeña obra, por su tamaño, que crece al encerrar lo más grande que se puede tener: el amor. Un amor a la lectura, a la poesía, a los grandes escritores, a los momentos, a la creación, a la cultura, al silencio…
Javier Lostalé es el poeta de los poetas, el periodista en el que tantos nos hemos apoyado y confiado, el amigo que te transmite la tranquilidad necesaria solo con escuchar su voz, con fijar tu mirada en su mirada limpia, clara. Esos ojos azules… Azul como sus poemas, como su alma.
Esta semana celebraba su 80 cumpleaños en un entrañable acto al que el también poeta Miguel Losada llamó «banquete literario» y en un escenario que derrama versos por sus rincones: el Café Comercial. «Soy un recién nacido que con 80 años vuelve a nacer». Esta frase es del propio Lostalé en su noche mágica, en esa celebración a la antigua en la que pudo descubrir que se le quiere, que se le respeta, que se le admira. ¡Qué belleza sentir ese renacimiento!  Ser joven esperando incluso el amor, sentirse joven, porque, todavía, dice el poeta, quiere que ocurran más cosas… Y empezaron a ocurrir, como la sorpresa que le produjo la publicación de Javier Lostalé. En su hondo resplandor, libro homenaje en el que escriben 92 poetas.
Para mí, Javier Lostalé fue primero la voz. El susurro que llegaba a través de las ondas de RNE, esa radio que siente suya, donde hizo de la cultura algo tan importante y grande como su necesidad de escribir. Este poeta no se entiende sin sus libros, sin los libros de los demás, sus consejos, sus lecturas, sus bendiciones, su sensibilidad. 
Su amor y desamor que camina siempre al filo, que espera, que desespera. Y allí estaban también sus compañeros de esas horas y horas radiofónicas, brillantes como las estrellas, eternas porque permanecen: Ignacio Elguero y Carolina Alba Castro, otras voces que también acariciaron las emociones no escondidas de un hombre feliz que contó algunas de sus aventuras y desventuras en La estación Azul y El Ojo Crítico.  
Tras la voz, y al leer su obra, Lostalé se convirtió en la sensibilidad pura. Luego, la amistad me mostró al hombre que se hace querer, que camina en silencio con su elegante sombrero, que te atrae al derrochar tanta ternura. Ahora, lo es todo. Es la persona agradecida que muestra un tesoro donde guarda el dolor, la pasión, la intensidad de la vida.
¿Qué son 80 años cuando aún queda tanto por ocurrir?

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