La lluvia rompe el Silencio

I.Ballestero
-

La primera procesión del Jueves Santo de la capital no pudo salir a la madrugada ciudadrealeña porque las nubes cumplieron la previsión

La lluvia rompe el Silencio - Foto: Tomás Fernández de Moya

Faltaban apenas unos minutos para las tres de la madrugada del Jueves Santo y tras la puerta cerrada de San Pedro había un rumor donde debiera estar el ruido de las cadenas. La Hermandad del Silencio aguardaba en el interior del templo repartida por toda la estancia mientras en la sacristía se debatía sobre la salida de su estación de penitencia. Cuando la pequeña puerta se abrió y de su interior empezaron a brotar los hermanos de la Junta Directiva en la calle la lluvia era apenas un indicio, pese a que las primeras gotas de la noche ya habían regado las aceras. Fuera, al cobijo de los tejados y de algunos tímidos paraguas, aguardaban decenas de personas que con el paso de la noche fueron cientos, en espera de la decisión que dentro se tomaba.

Cuando se acercaba la hora de abrir las puertas y salir a la noche ciudadrealeña, los hermanos del Silencio preparaban las cadenas con las que acompañar la cadencia de sus pasos en la quietud de la madrugada de Jueves Santo. Una última llamada desde el altar convocó de nuevo a la Junta Directiva en la sacristía y la puerta cerrada volvió a marcar la espera, hasta que se anunció la primera decisión, la de posponer la salida hasta las 3.30 horas agotando así todas las posibilidades de afinar más la previsión antes de decidir si la Hermandad salía a la calle a completar un recorrido procesional de alrededor de cuatro horas para el que la previsión no era benigna. De los partes se intuía que iba a llover, la duda era saber cuánto y cuándo. 

Cuando se acercó la hora señalada, en la calle ya había centenares de personas que miraban primero a las puertas de San Pedro, aún cerradas, y después al cielo para volver de nuevo a las puertas del templo. Cerradas. En el interior, la Hermandad del Silencio cambió el murmullo por sonido de las primeras cadenas en los pies de los penitentes, y por un momento pareció que la lluvia iba a respetar la primera de las procesiones de un Jueves Santo en el que Ciudad Real, y toda su Semana Santa, se iban a pasar el día mirando al cielo.

Más fotos:

La lluvia rompe el Silencio
La lluvia rompe el Silencio - Foto: Tomás Fernández de Moya
La lluvia rompe el Silencio
La lluvia rompe el Silencio - Foto: Tomás Fernández de Moya
La lluvia rompe el Silencio
La lluvia rompe el Silencio - Foto: Tomás Fernández de Moya
La lluvia rompe el Silencio
La lluvia rompe el Silencio - Foto: Tomás Fernández de Moya
La lluvia rompe el Silencio
La lluvia rompe el Silencio - Foto: Tomás Fernández de Moya
La lluvia rompe el Silencio
La lluvia rompe el Silencio - Foto: Tomás Fernández de Moya

Las 3.30 horas. La directiva de la Hermandad reunida junto al altar de San Pedro. A unos metros de ellos, un mar de túnicas negras aguardando una decisión que quizá todos sabían que había que tomar pero que tenían la esperanza de que no se produjese. De nuevo una voz desde el altar. «Lamentablemente...». Se abrieron las puertas de San Pedro para el via crucis. Empezó a llover con fuerza.