Luz al tesoro invisible

D.A.F.
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Los almacenes del sótano del Museo de Ciudad Real guardan piezas de gran valor que no se exponen al público, aunque hay una propuesta a largo plazo para convertir parte de la planta en una nueva sala

Luz al tesoro invisible - Foto: Tomás Fernández de Moya

El Museo de Ciudad Real almacena en su sótano, fuera de la vista del público, miles de piezas artísticas, arqueológicas y paleontológicas, para las que se busca una forma de sacarlas a la luz. El director de la institución cultural, José Ignacio de la Torre, avanza a La Tribuna la existencia de un proyecto a largo plazo para convertir una parte del sótano, donde hoy en día se acumulan materiales retirados de anteriores exposiciones, como vitrinas, bastidores de madera u objetos recreados, en una nueva sala que dé continuidad al recorrido cultural de las dos plantas que tiene por encima. Para ello habría que aislar adecuadamente otras partes del sótano que seguirían dedicándose a almacenamiento.

Lo que el Museo guarda en el nivel más bajo su sede de la calle del Prado es solo una parte del inmenso caudal de patrimonio situado bajo su custodia. Para ello dispone en un lugar anónimo de Ciudad Real de una nave de 750 metros cuadrados, que es donde van a parar «los restos obtenidos en las catas arqueológicas que se realizan en toda la provincia», detalla De la Torre, o los objetos menos relevantes de las excavaciones, como fragmentos de cerámica de pequeño tamaño. Allí, los restos arqueológicos ocupan «miles de cajas» y están catalogados por el municipio de procedencia y el yacimiento de donde proceden.

En aquellos casos en los que es posible reconstruir el objeto cerámico original de una forma completa o casi, los trozos se guardan en las instalaciones del Museo, debidamente clasificados. Es por ejemplo lo que ocurrió con las piezas que participaron recientemente en la exposición A Témpora, en Talavera de la Reina, la mayoría de ellas estaban guardadas en los almacenes y para su participación en este muestra fueron objeto de una cuidadosa restauración.

Luz al tesoro invisibleLuz al tesoro invisible - Foto: Tomás Fernández de Moya

Tras concluir aquella muestra, las piezas regresaron a Ciudad Real, una de ellas una tinaja estampillada de época almohade, se encuentra ahora en la sala dedicada a la Edad Media islámica mientras que otros ejemplares de esa muestra descansan ahora en una de las vitrinas del sótano. La idea de De la Torre es que esta parte, aunque seguirá siendo parte de los almacenes, se convierta en una zona visitable, aunque sea de forma limitada, de modo que quienes acudan al museo tengan ocasión de apreciar esa parte menos conocida aunque fuera a través de una ventana.

Tras este muestrario de cerámicas, varias baldas recogen elementos arquitectónicos recuperados en Oreto-Zuqueca o fragmentos de esculturas asociadas a las necrópolis ibéricas y una zona en la que se guardan los restos humanos hallados en la fosa de la batalla de Alarcos, que están siendo objeto de estudio por una investigadora que acude periódicamente al museo.

Pero la parte principal en materia arqueológica son las estanterías móviles. Ahí se almacenan convenientemente clasificados por etapas históricas y los yacimientos de procedencia, las mejores piezas de los fondos del museo.

Luz al tesoro invisibleLuz al tesoro invisible - Foto: Tomás Fernández de Moya

Junto ellas se encuentran también los elementos patrimoniales intervenidos por el Cuerpo Nacional de Policía o el Seprona, convenientemente señalizados. De la Torre aclara que en estos casos «el Museo funciona como depósito judicial», a la espera de que los juzgados requieran estos objetos en calidad de pruebas.

Contemplar los objetos guardados en estas estanterías es apreciar bellezas desconocidas, desde el neolítico hasta lo que se denomina arqueología urbana, restos obtenidos en lugares como Ciudad Real, Alhambra o Villanueva de los Infantes.

Otra parte del almacén del Museo se dedica a las colecciones artes plásticas, una zona que normalmente se encuentra completamente a oscuras para evitar deteriorar las pinturas. Así, después de una especie de antesala en la que se encuentran cajoneras con grabados, algunas esculturas y elementos de diferentes instalaciones artísticas, se llega a la zona de los peines. De cada uno de ellos cuelgan varios cuadros, unos proceden de las colecciones de arte de la Junta y otros de los propios fondos del museo.